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andres montes

La campaña comenzó ayer

Termina un tiempo estéril y comienza una larga espera hasta que vuelvan las urnas

Estábamos todavía dilucidando si campaña corta o larga y la campaña empezó ayer con la intensificación del martilleo de las consignas previsibles a las que ahora se reduce el pensamiento político. Y perdón por el oxímoron.

Esta vez entrar en campaña exige primero un rito purificador en forma de lavatorio de culpas, de transferir responsabilidades de unos a otros por los 189 días que se habrán perdido desde las elecciones de diciembre hasta que el 26 de junio volvamos a las urnas. A ese tiempo estéril del que ahora nadie se hace responsable habrá que sumar todos lo plazos legales, negociaciones y lo que surja antes de que el sistema político vuelva a estar operativo, algo que, con un verano de por medio, no ocurrirá antes de septiembre. Por eso, aunque en lo único que coinciden todos los partidos es en ahorrarse el esfuerzo organizativo, nunca exento de tensiones internas, de elaborar listas y programas habrá que tomar en consideración a quien tenga la deferencia con la ciudadanía de incluir en su oferta una modificación profunda de todo el entramado legal que ha permitido tantas semanas de inútil juego político.

Descubrir que hay unas normas que facilitan la práctica paralización de la vida pública es uno de los feos hallazgos de estos meses. No teníamos constancia fehaciente de ello hasta que se produjo esta situación inédita, pero ahora se impone incorporar cambios legislativos que impidan entrar en tiempo muerto, algo que deben incorporar a su agenda quienes defienden la urgencia de reformas que conecten la política con el mundo exterior.

El otro hallazgo, también desagradable, de esta legislatura tan breve como pesada es la constatación de que a la clase dirigente, a la nueva y a la vieja, le falta talla para ponerse a la altura de la complejidad del país. No supieron resolver los condicionantes marcados por un electorado muy fragmentado, que refleja el efecto disgregador que dejan los períodos oscuros pero que desde el momento en que acude a votar espera algo de la política. Resulta dudoso que esa confianza se mantenga intacta y es previsible un mayor abstencionismo por cansancio ciudadano. Parece probable que los del 26J sean unos resultados similares a los que se han vuelto indigeribles para los partidos. Cualquier pronóstico tiene, sin embargo, la dificultad de enfrentarnos al escenario insólito de una segunda vuelta,

Todos ellos lo saben. Y ayer, perdida toda esperanza de entenderse, empezaron la campaña con el marcado de rivales. Largos serán los casi dos meses que restan hasta que vuelvan las urnas.

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