La ex directora general de Planificación en la Consejería del Educación del Principado, María Jesús Otero, debería ser digna de grandes atenuantes en las acusaciones del "caso Marea" a causa de su industriosa labor por generar riqueza o, al menos, por mover la rueda de la economía que, como es sabido, cosiste en que unos suelten dinero para otros, y estos para otros, y así circular e indefinidamente. Pues bien, Otero, a la que tan injustamente llamaban "la roldana" en su pueblo, recibió supuestamente importantes regalos de las dos empresas involucradas en la trama, cuyos dueños se lamentaron amargamente días atrás de que el Principado les acogotaba con exigencias. Pero a lo que vamos es que a Otero se le apareció en su garaje, como a la exministra Ana Mato, un vehículo de gran cilindrada, pero no se lo quedó y disfrutó de manera egoísta e infértil, sino que lo puso en el mercado vendiéndoselo a unos amigos, con lo cual convirtió esa donación en dinero contante y sonante, que bien pudo utilizarlo después en otras operaciones o, simplemente, en obras de caridad. Pero no acabó ahí la labor de esta mujer, dada su capacidad para maquinar la generación de dinero y riqueza. Así, sucedió también que su jefe y amigo, el consejero de Educación, José Luis Iglesias Riopedre, iba a cumplir siete décadas y entonces Otero realizó una cuestación entre la pandilla de los más allegados, con lo que a tocateja le compraron a Riopedre y esposa una estancia en Tenerife, que tiene seguro de sol, como cantaban "Los Mismos". No obstante, esta operación organizadora de Otero tiene poca relevancia, pues vendría a ser redundante con su oficio, que como hemos dicho era Planificación (otra cosa es que planificase supuestas perrerías y trapisondas, aunque el caso es planificar siempre algo). No, no era eso lo importante, sino que el viaje figuró después en las cuentas de las empresas de los lamentos. Por tanto, María Jesús Otero logró de nuevo que el dinero se multiplicase. Por favor, clemencia para ella.
