Cuando abres el grifo en Gijón mana un agua clara que llega en tuberías desde el desfiladero de Los Arrudos, impresionante cañón fluvial que gobierna la caliza y donde fluye, límpido, el líquido elemento que disfrutamos los gijoneses. De la gestión de ese agua se ocupa una empresa municipal que obtiene elevados beneficios. De ahí que el agua de Gijón se haya convertido en un producto apetecible para el sector privado. Que se vincule a personas relacionadas con el anterior mandato municipal con la supuesta trama delictiva del agua tiene que ver con el interés de las empresas en acceder al cuantioso pastel de la factura del suministro. Lo que sabemos del "caso Pokémon" es una gota de agua; lo que desconocemos aún, el océano. Lo seguro es que la privatización de los servicios públicos conlleva riesgos de corrupción. Motivo más que razonable, por tanto, para blindar la gestión pública del agua.
