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Profesor de Matemática Aplicada | de la Universidad

Melancólicos y amateurs

Recientemente en una visita relámpago que hice a Palma de Mallorca tuve la ocasión de visitar la interesante exposición del Palma Caixa Forum "Tiempos de Melancolía", que versa sobre la importancia de este concepto en la historia del arte, de la ciencia, de la literatura y de la filosofía, que desde la antigua Grecia toma cuerpo en Europa y se convierte en una fábula, en un mito. Según estas fuentes siempre se ha asociado el desarrollo de la creatividad a una especie de malestar o melancolía, que en su tiempo se creía que se debía a un fluido espeso y oscuro, la bilis negra, que circulaba por el organismo y que era la responsable de la genialidad y tristeza de algunos hombres (y mujeres), volviéndolos sombríos, clarividentes, alcanzando en ocasiones la locura. En el caso de las mujeres, algún misógino diría que las vuelve histéricas, obviando que antaño la histeria se relacionaba con el furor uterino y tenía más fácil solución: el orgasmo. No ocurre así con los sabios melancólicos (ellos), que parecen alejados de lo cotidiano, olvidándoseles si la tapa del váter está "dirty", siendo capaces de pasearse en pleno centro de la calle Uría con look desaliñado y la bragueta desabrochada. Esta teoría conquistó el imaginario colectivo de los siglos XVI y XVII, inspirando numerosas obras artísticas y literarias, como "El licenciado Vidriera" de Cervantes, las esculturas del maestro Berruguete, las pinturas de Rivera?, haciendo que España fuese cuna de la melancolía, y extendiéndose al resto de Europa, alentado por el motor de energía creativa que generó la crisis y el desencanto posterior al siglo de Oro, siendo Quevedo uno de sus máximos exponentes. ¿Generará el siglo de oro del ladrillo otro Quevedo?

Yo no comparto que hoy en día la genialidad implique melancolía, debo ser judío sefardita. Aborrezco a las personas que se toman demasiado en serio, son compañeros de viaje aburridos. Aborrezco aquellos que hablan ex cátedra, porque, aparte de ser unos ignorantes, viven atenazados por la posibilidad de equivocarse, y sobre todo que los demás se den cuenta. Yo, sin embargo, prefiero declararme un hijo de la cultura del "just-do-it" y no me asusta sentirme durante toda mi vida un intruso, un amateur. Amateur es una palabra que en español se entiende mal, como no profesional, cuando en realidad significa amante. Amo el conocimiento, y pese a mi imperfección, que asumo cada día desde que me levanto hasta que me acuesto, estoy ávido por experimentar nuevos caminos, intentar ideas arriesgadas ("farfelues" en francés), que la mente de cualquier "experto apoquinado" desecharía. No me molesta sentirme un experto principiante, pues las posibilidades que se abren son infinitas. Ya saben ustedes que los a prioris estrictos generan a posterioris mediocres. Los expertos a secas tienen miedo al que dirán, y terminan no haciendo nada, refugiados en un caparazón de falso conocimiento. Sin embargo, el mundo cambia a tal velocidad que motiva que en alguna ocasión todos nos sintamos primitivos, como nuestros ancestros que, frotando dos piedras, hicieron surgir el fuego.

El pensamiento arriesgado es mucho más frecuente en el mundo del arte que en el mundo de las ciencias. Muchos artistas han reivindicado el estar completamente perdidos (que no melancólicos) para abordar el hecho creativo: "me lo paso bien porque no sé lo que estoy haciendo. Quizás en el futuro algún concienzudo experto estudioso nos lo explique". Esa es la manera de pensar y experimentar en la vanguardia. A los vanguardistas no les molesta que la ola rompa sobre su cabeza, porque cuando esto ocurra ya estarán surfeando otra ola, buscando la tabla a varias millas. Es como el alquimista de Coello, hay que ir muy lejos para reconocer que el tesoro escondido estaba a la puerta de tu casa, pero para ello es necesario sufrir una transformación en la visión del mundo y de la realidad, aunque no siempre sea posible transformar metal en oro.

Actualmente, en el mundo de la ciencia es fundamental crear redes y saber en quién apoyarse. "Dadme un punto de apoyo y moveré el cielo y la tierra", decía Arquímedes. Los pájaros vuelan en red coordinados, acuérdense de los estorninos en Oviedo durante este invierno caluroso. Los peces forman bancos y nos regalan coreografías maravillosas. Peces y pájaros se protegen en grupos de otros depredadores aplicando principios variacionales de mínimo esfuerzo. Igual hacemos los científicos, e idénticamente deberían hacer las pequeñas y medianas empresas, y también los consumidores, para protegerse de los oligopolios injustos.

En mi opinión, el mundo de las ideas es el que hace al ser humano digno de su condición, indomable ante las fuerzas del destino. Que un millón de borregos piensen lo mismo y lo repitan de carrerilla no hace que la cosa sea cierta. Es más, llega un momento que el joven Arturo, que como ya expliqué no es nombre de perro, corazón de león, saca la espada hincada durante siglos en la roca, y para ello no hace falta pedigrí, ni haber nacido infante de España. Por eso desde la universidad debemos promover y defender la excelencia. La transversalidad no debería consistir en proteger a los más vagos.

Decía Platón que las ideas son esencias separadas de las cosas, y establecía una jerarquía, cuya cúspide está ocupada por la idea de Bien en sí; en el segundo nivel estaban las ideas morales, que son la Justicia, la Belleza y la Verdad; en el tercero las ideas matemáticas que él resumía en Circularidad, Igualdad y Unidad; y por último las ideas concretas, referidas a objetos. La idea del Bien es el principio mismo de todas las demás ideas y por tanto no puede estar sometida a ningún otro principio posterior. Para Platón, Bien, Ética y Política están relacionadas. Mientras que la Ética tiene que ver con el individuo, la Política tiene que ver con el Estado y ambos se vinculan mediante la idea de justicia, porque el individuo no vive aislado. Un individuo justo es aquel que maneja las virtudes prudencia, valor, fortaleza y templanza. También explica Platón en su teoría del conocimiento que la Filosofía tiene una dimensión teórica y otra práctica, y que es necesario compartir el conocimiento teórico y "bajar a la caverna" para ayudar a los que están dentro. Pues bien, termino bajando a la caverna política haciendo varias preguntas; busquen ustedes las respuestas. ¿Puede un partido político convertirse en asociación de malhechores? ¿Será que el Bien no forma parte de su ideario? ¿Puede la mentira conducir al Bien? ¿Puede la prudencia confundirse con la cobardía? ¿Pueden existir líderes cobardes? ¿Cómo convencer a la caverna de que son necesarias reglas justas, y que la ausencia de las mismas solo beneficia a los poderosos?

Termino diciendo que la cobardía nunca conduce a la justicia. Asumir los errores implica avergonzarse y pedir perdón, denunciando a aquellos que han defraudado la confianza que en ellos se ha depositado. Si nada de esto ocurre habrá que concluir que todo es mentira y que ninguno de estos líderes persigue la idea de Bien. No se puede confundir arriba y abajo, derecha e izquierda. Esa era la primera lección de "Barrio Sésamo". Ahora ya pueden ustedes ir a votar tranquilos. Ya saben que don Francisco decía que "puto es el hombre que de putas fía, puto el sus gustos apetece, puto el estipendio que se ofrece, en pago de su puta compañía". ¿Se podría expresar mejor? ¡Parece que fue ayer!

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