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Cien líneas

Oviedo

La nación política española se fundó tal día como hoy, en Oviedo, el año 1808. La crisis del Antiguo Régimen llegó a la catatonia con la invasión de los gabachos. Las instituciones, empezando por la corona, colaboraron por los franceses, incluso se dictó excomunión para quienes se opusiesen abiertamente al vendaval que venía de París -así era de contradictoria y acomodaticia la Iglesia- y el pueblo llano bastante tenía con ir tirando.

Un puñado de patriotas, sin embargo, se levantó y la Junta General del Principado se convierte en Junta Suprema así que asume la soberanía nacional por encima de rey y de lo que fuere. Una minoría de los junteros, claro. Y como tal declara la guerra a Napoleón.

Como aquí la historia la escriben siempre los enemigos de España -el 98, aquella cumbre de traición, sigue siendo jaleado- de todo esto nada de nada.

Pero al igual que el Estado español, al menos como germen, procede de Asturias en el siglo VIII, que derrotó al sur a los musulmanes y al norte a los carolingios -los afrancesados han llegado a convencer al personal de que Roncesvalles es un mito- la nación política es también de cuna asturiana y ovetense.

Y a más a más, el Estado moderno lo construye un carbayón, Alonso de Quintanilla, que lo hizo sencillamente todo desde el fisco, la moneda, la policía y por si había dudas financió la conquista de las Canarias y el Descubrimiento de América.

Dejaré para otra ocasión que el idioma español nació en la corte de Oviedo. Con lo dicho ya es bastante.

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