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Cien líneas

Subiremos

Vayan siempre por delante -aplaudir o llorar a toro pasado apenas tiene sentido- las cuitas en torno al Real Oviedo que hoy se las verá con el Leganés en la última oportunidad que quizá acabe siendo solo la penúltima. Ya veremos.

Hay que empezar por el teorema de agosto o de septiembre que ya no me acuerdo bien. El Oviedo casi bate el récord de Segunda B así que esa plantilla equivalía a mitad de la tabla en Segunda y fichó encima a diez jugadores, alguno de gran calidad: sube a Primera sí o sí. Cuando estalló la crisis de Egea estábamos terceros.

¿Qué ocurre entonces? El problema del Oviedo es, pura paradoja, su gran calidad. Es el mejor equipo de la categoría. Sale sobrado. Gana en casa pero pierde fuera y con los más débiles, señal de suficiencia. Ya ocurría el año pasado. Un revés, un gol tempranero de los rivales o lo que sea y no sabe reaccionar.

En Palamós y Almería fuimos superiores y perdimos. El contra ejemplo se vivió contra el Córdoba, un buen equipo, en superioridad numérica ¡y ganamos! Los azules, ojo, juegan con intensidad. Como ciertos estudiantes muy inteligentes con poco les basta pero, ay, una sorpresa en el examen y suspenden. El alumno limitado y por eso esforzado saca a veces más rendimiento que el brillante.

Este es mi diagnóstico quizá equivocado. La solución en todo caso no es sencilla. Cuenta le mentalización pero ¿cómo se consigue?

Siguiendo con el argumento, ya que nos vienen encima tres equipos muy fuertes vamos a ganar. Y en la promoción, si en tales nos vemos, lo mismo.

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