El Ministerio de Fomento ha logrado por fin en Asturias rizar el rizo, o dar el más atrevido salto mortal con pirueta, o culminar la mayor vergüenza conocida en el mundo de las infraestructuras. En efecto, el Ministerio de Ana Pastor ha conseguido tras un largo y denodado empeño tener dos túneles clausurados en la región. Uno, el del plan de vías y estaciones de Gijón, de 3,5 kilómetros de longitud y cuya perforación finalizó hace unos ocho o nueve años. Y dos, el túnel de la variante de Pajares, el segundo más largo de España, con sus 25 kilómetros de longitud y que sigue al de Guadarrama, de 28. El de la Variante es también el quinto o sexto del mundo en dimensiones, pero, desde luego, lo que en él va a predominar es haberse tratado de la obra más colosal con la que a los asturianos nos hicieron pasar por idiotas (y miren ustedes que esta región ha habido motivos de sobra para demostrar que sus políticos no tenían ningún respeto por los paisanos, como lo prueba a la cabeza de todo la ampliación del puerto de Gijón). Pero en materia de túneles ferroviarios no podemos estar mejor servidos. El tubo gijonés consiste en un recinto cerrado y vigilado constantemente a cuenta de un elevado presupuesto anual. En la practica, la cosa consiste en que cada pocas semanas unos técnicos vigilan que no se inunde. Y ahora, el otro, el de la Variante, que sí llegó a estar inundado, ha sido cerrado con unas verjas para que los amigos de la chatarrería no se lo vayan comiendo a trozos. Nuestra felicitaciones para Fomento y para el Gobierno del PP.
