No hay concejales caros ni baratos: los hay rentables o improductivos. Un edil puede ganar un dineral y resultar muy efectivo en su gestión, y otro que no la hinque acabará resultando lesivo para las arcas municipales por poco que le paguen. Ésa es la vara de medir, la productividad, no el número de cifras de la nómina. Tampoco parece razonable que concejales de la oposición cobren más que algunos del equipo de gobierno, cuya responsabilidad es mayor. Todo esto viene a cuento de esa milonga local de las liberaciones, las medias liberaciones y los tres cuartos de concejal, que es quien cobra tres cuartas partes del sueldo municipal para poder compatibilizar tal cantidad con otros ingresos del ámbito privado. En correspondencia a esta situación anómala, los gijoneses deberían declararse a su vez tres cuartos de ciudadano y pagar tres cuartos del IBI, o la mitad de la plusvalía. Y presentar una demanda contra el Ayuntamiento si no se acepta el berrinche.
