El catecismo que explica la doctrina cultural de la nueva directora de actividades de Laboral Centro de Arte, Karin Ohlenschläger -en adelante "Ohlen", por abreviar lo impronunciable- encierra todos sus mandamientos en dos: corregir la imagen de elitismo que desde sus inicios rodeó a la instalación y ganarse la confianza de los asturianos, asignatura pendiente esta última desde que el Centro es Centro, en sus orígenes. Ha pecado ciertamente este brazo armado de Laboral de un cierto gusto por lo incomprensible, lo cual es una opción plausible, pero sólo para el arraigo entre minorías. Conviene, sin embargo, huir de la pernicie de los extremos: en otra época, de recuerdo infausto, algún genio de la política con ánimo prestidigitador quiso popularizar tanto la actividad en la Laboral que se sacó de la manga a José Luis Moreno y su maleta de desvergonzadas marionetas parlantes. Y la vulgarizó. De manera que ni tanto ni tan calvo como el muñeco Macario.
