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Cien líneas

Fácil

Un ganador. Y varios perdedores. Lo normal aunque no sea lo habitual. Rajoy no podrá volver a hacerle la cobra al Rey. Presidente a la primera y pronto. Lo antes posible. Rivera y Sánchez, a pasar por el aro de la investidura. Bien. Los problemas vendrán después.

Si con 186 diputados el registrador cumplió al pie de la letra la hoja de ruta de ZP, ya me dirán con 137. Y si no quieres caldo, taza y media: reforma de la reforma de la ley de educación, reforma de la reforma de la legislación laboral y lo que te rondaré morena. A tragar, hermano, que ése es el destino de los triunfadores.

Todo sigue igual. Lo que tiene que morir continúa respirando y lo que debe nacer no acaba de ver la luz. El relevo de los viejos partidos por los nuevos no se ha producido. Y el cuarteto de marras, todo lo asimétrico que se quiera, no va a tener corrección porque entre los acuerdos de gobernación es más que probable que figure una reforma de la ley electoral, pero en el sentido inverso de lo necesario. En vez de ir a un modelo mayoritario, caminaremos hacia uno aún más proporcional. A la menor complicación, bloqueo absoluto.

Rajoy, ya saben, a repetir función: fuerte subida de impuestos, mil facilidades para los despidos, suelta de etarras en manada y alfombra roja a los separatistas. Han sido los cuatro pilares de su primer mandato, así que más de lo mismo. La izquierda le pondrá cuesta arriba los despidos, pero ahí está Bruselas.

Con la economía nacional creciendo por encima del 3 por ciento todo parece fácil. Incluso lo es. Pero ¿qué puede ocurrir sin esa premisa?

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