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Cien líneas

Corrupción

Atenta la compañía. El arquitecto Josep Manel Bassols -durante casi veinte años alcalde convergente del municipio gerundense de Anglès-, marido de Núria Bassols, en su día comisionada de la Generalitat para la Transparencia con el presidente Artur Mas y jefe de la campaña de Carles Puigdemont en las elecciones municipales de 2011 en Gerona, ha vuelto a ser detenido dentro de la operación contra la corrupción que se desarrolló ayer en varios municipios catalanes. Ha vuelto, digo, porque ya había caído en manos de la justicia a cuenta del famoso 3 por ciento que cobraban tirando por lo bajo, porque algunos llegaron incluso al 20 por ciento ya que puestos a hacer patria, tonto el último.

Podrida, podrida y mil veces podrida está la política catalana y el círculo bendito de empresarios que la rodean. No es consuelo alegar que peor aún están en la ciénaga socialista andaluza. Y casi a ese nivel, los populares de Madrid y de la Comunidad Valenciana, por no mirar hacia Asturias, donde el PPSOE es sencillamente impenetrable. Las mil historias que todo el mundo sabe se reducen a las cuitas de Riopedre, encima disfrazadas de "caso Marea" o de "caso Renedo" que no significan nada. La esperanza que despertó Podemos, con aquellas escenificaciones en la plaza de la Escandalera levantando alfombras, quedó en bromas de mal gusto porque o iban de farol o son unos incompetentes o se han sumado a la fiesta negra.

La consigna, ya saben, es: a mí que me registren. Y venga sacas de votos y/o de euros. ¿Qué piensa hacer Rajoy más allá de mirar para otro lado?

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