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Xuan Xosé Sánchez Vicente

Psicofonías, pixotes, risadas

Los mensajes contradictorios de los partidos ante las negociaciones para formar Gobierno en España

Existen. Somos varios millones los que lo hemos comprobado. "Nunca hemos vetado a Rajoy" ha proclamado el señor Rivera recientemente. Pues hagámosle caso: lo hemos oído nosotros pero no lo ha emitido él. A mayores: he aquí las palabras de su cabezaleru aquí, el señor Nicanor García: "Nunca vetamos a Rajoy. Siempre dijimos que se puede negociar un gobierno del PP, pero con la condición de que haya reformas, de que cambien cosas, y eso también implica un cambio de personas. El resultado no pueden ser las mismas personas con las mismas políticas y con nosotros al lado". ¿Ven? Psicofonías.

Ahora bien, si de las musas pasamos al teatro y analizamos las palabras de don Nicanor (que, por cierto, son las mismas que recitan todos los secuaces de Ciudadanos en toda España: ¡fíjense si funcionan bien el correo y la disciplina!), lo que dice es lo siguiente: "no vetamos a Rajoy, tienen que cambiar las cosas y también las personas", esto es, "no vetamos a Rajoy, pero lo vetamos". Discurso uróboros, argumentación pixota, que, como ustedes saben, es un pexe que se fríe metiendo la cola en su boca, de modo que el trayecto concluye en el mismo sitio en que empieza; así la argumentación pixota: después de un corto recorrido vuelve al mismo sitio inicial, solo que para negar lo afirmado, o viceversa.

Otros, como un gato cuántico, predican al mismo tiempo uno y lo contrario. Lo hace el PSOE en todas sus instancias (también aquí funcionan envidiablemente correo y cotorreo). Acudamos a la emisión de don Javier Fernández: "No vamos a apoyar a Rajoy ni por activa ni por pasiva, Rajoy debe formar gobierno con las fuerzas afines al PP (¡Ah!, ¿pero tiene el PP fuerzas afines? ¿No quedamos que nadie quiere pactar con él?) y no queremos terceras elecciones". Pues si el PSOE no se abstiene o apoya, habrá terceras elecciones. Otra cosa es imposible.

Ya ven, esto de la política viene a ser desde el punto de vista de la lógica un chafarrinón semejante al del Cristo de Borja. Ahora bien, no crean que no tiene éxito, lo tiene, como la propia pintura. Psicofonías y milagros son sucesos a los que los feligreses dan fe y prestan admiración en el mundo real.

Pero también es entretenido el discurso político. Si lo observan con un poco de distancia proporciona una cierta eutrapelia. Y en algunos casos, una intensa carcajada. He aquí a don Pablo Iglesias. Explica por qué va a ver a Obama (he oído a un tertuliano afirmar que ha llegado a decir que Obama venía por escucharlo a él. No puedo confirmarlo. Pero al menos lo ha dicho casi, conocido su ego: "Obama tiene interés en conocer a los representantes de las fuerzas políticas españolas"), cuenta de qué cosas querría hablarle si pudiese, al modo de un personaje de nuestro Marirreguera, y concluye diciendo que su principal mensaje es "que la defensa militar de España y Europa no deben depender de generales norteamericanos". E inmediatamente le entra la risa. Sí, sí, le entra la risa. Busquen, que ahí está.

¿Cuál es la razón? Pues seguramente, como me sugiere mi trasgu particular, Abrilgüeyu, porque no ha podido contener la carcajada suponiendo a su general, a quien conoce tan bien, don Julio Rodríguez, al mando de la OTAN y de las fuerzas estadounidenses en Europa.

Y añade Abrilgüeyu: "Lleva camino de hacerse tan famoso por sus extravagancias como aquel Julio Rodríguez ministro en los últimos tiempos de Franco. Uno por alterar el concepto de lo que es y para qué vale un ejército, el otro por confundir las Pascuas con las témporas".

"Como dice el refrán: 'Mucho va de Julio a Julio'" -continúa-, "pero no entre estos dos Julios, sino entre el general podemita y aquel otro, el romano, el Julio por antonomasia. ¡Cómo deben de estar crujiendo los huesos de aquel militar al ver a este! ¡Qué reflexiones no hará sobre la decadencia de los tiempos".

Y, pienso yo ahora, igual es esto de lo que se reía don Pablo. Pero luego estimo que es improbable que hombre que ignora el título de las obras de Kant o que piensa que la teoría de la relatividad la inventó Newton, llegue tantos siglos atrás en su personal enciclopedia.

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