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Un ejemplo

Evocación del jurista, bibliófilo, historiador del arte y maestro del derecho José María Cervelló

El pasado 6 de julio de 2016 se entregó en el Aula Magna del Instituto de Empresa el Décimo Premio José María Cervelló de Derecho de los Negocios que el jurado, presidido en esta ocasión por Eduardo Torres-Dulce, otorgó al estudio "Compliance programs y DPA: una etapa en el camino hacia un "Derecho anticorrupción" sin fronteras", del que son coautores los magistrados María de los Ángeles Villegas García y Miguel Ángel Encinar del Pozo.

José María Cervelló Grande fue el abogado del Estado que impulsó la creación de los programas jurídicos del Instituto de Empresa y un profesor excepcional. La cátedra y el premio que llevan su nombre son la forma escogida por el IE Law School para mantener vivo su recuerdo y la inspiración de su legado.

El tema propuesto por la cátedra a los investigadores en esta ocasión, que fue "Compliance empresarial: principios, prevención de la corrupción y eficiencia competitiva, con especial atención al mercado abierto entre Europa y EEUU", resume bien principios y actitudes que el premio quiere avalorar. Al tiempo que la décima edición es ocasión propicia para evocar la figura de quién da nombre al premio y consolida una singladura afortunada a la que ha contribuido de manera muy especial, entre otros, el constante apoyo del despacho Ontier.

Se trata de un asunto tan actual en su formulación como clásico en su sentido. La ética en los negocios, la vida decente como ejemplo y como preocupación. No la preocupación oportunista y de sórdido aspaviento que nos deja hoy estupefactos, sino la honda y desinteresada, la verdadera.

José María Cervelló fue, en primer lugar, un espíritu pionero, cabe decir un emprendedor si nos restringimos al siempre insuficiente lenguaje tecnocrático. Veía la pelota y corría la banda sin más dilación. Mientras esquivaba contrarios, construía jugadas por anticipado y hacía equipo, sin obsesionarse por el gol, que para él no era más que la inevitable consecuencia de hacer las cosas bien y tener un poco de suerte.

En calificativo actual era resiliente, es decir humilde e inasequible al desaliento, como buen "cimarrón de provincias", expresión acuñada por nuestro común compañero Joaquín Calvo-Sotelo para referirse a los opositores que acudíamos a Madrid buscando una vida alejada del horror de los afanes, o sea mejor.

En fin, que era constante, pero no pertinaz. Ni quiso molestar, ni fue un hombre de rencores, creo que estaría conforme con el gran Alejandro Sawa, que según noticia de Cansinos, decía " ?a medida que avanzo por la vida mortal, siento que todos mis rencores se funden en una gran misericordia". Asunción de riesgos, humildad, constancia, juego limpio. Fe en nosotros mismos y espíritu de sacrificio, sería otra nota a destacar.

Nos da noticia Eckermann de que un joven estudiante le escribió una carta a Goethe solicitándole el plan para la segunda parte del Fausto, porque tenía el propósito de terminar dicha obra por propia cuenta. "...Si en el transcurso de mi vida-escribe Eckermann- topara con un joven dispuesto a continuar con las conquistas mundiales de Napoleón, o con un arquitecto diletante que pretendiera concluir la catedral de Colonia no me sorprendería más y no los tendría por más locos y ridículos que a este joven inclinado a la poesía que ha desvariado lo suficiente para creer que, por pura afición, va a ser capaz de escribir la segunda parte del Fausto...No es mi intención plantearme aquí de donde le ha venido a nuestra juventud de hoy la presunción de llevar ya consigo de forma innata lo que hasta ahora solo se ha podido conseguir con años y años de estudio y experiencia, pero si creo poder afirmar que las declaraciones, actualmente tan frecuentes en Alemania, en las que se pretende poder superar sin más todas las etapas anteriores de evolución paulatina, no permiten albergar grandes esperanzas de obtener obras maestras en el futuro?"

José María Cervelló, como buen maestro, siempre albergo fundadas esperanzas en que sus alumnos, basados en la fidelidad a si mismos y en el esfuerzo más noble y enriquecedor, producirían obras maestras. Me atrevo a decir que pocas cosas le complacían más que cultivar esa esperanza.

Debo recordar también la mítica pregunta que cuantos han pasado por las aulas del IE Law School identifican con el espíritu Cervelló: "¿Y eso dónde lo pone?" Es decir, la afirmación de la necesidad del rigor en el estudio, en la investigación, en el asesoramiento, en los escritos. El rigor científico que caracteriza al trabajo premiado este año, como los premiados en años anteriores. Hacer las cosas bien y rematadas, huir de las prisas, las improvisaciones, las ocurrencias, la procaz locuacidad de los feriantes.

En la lápida de Joseph Conrad podemos leer estos versos de Edmund Spenser: " Tras el trabajo el sueño, el puerto tras los mares tormentosos, el reposo tras la guerra, la muerte tras la vida, harto complacen" Añado, si se ha trabajado, si se ha navegado, si se ha combatido, si se ha vivido, como es el caso de José María Cervelló, mi maestro, quien compartirá esta reflexión, supongo, desde la cripta de la iglesia del Convento de la Encarnación, también llamado de las Salesas Reales, en la calle Bárbara de Braganza de Madrid, que escogió para reposar cuando la esclerosis lateral amiotrófica se lo llevó precozmente. Atinada elección para un jurista, bibliófilo e historiador del arte como él, me parece a mí, reposar en el Tribunal Supremo.

Nosotros, en el IE Law School seguimos trabajando, navegando, combatiendo y viviendo, a nuestra manera, que es también la suya. Diremos, para terminar esta breve evocación, que también nosotros tenemos nuestro capitán Nathan Brittles, que se ganó en buena lid el oportuno reloj y nuestro permanente respeto. Aunque no hayamos podido recuperarlo para la formación como explorador, porque obviamente la vida cinematográfica goza de más recursos que la vida misma. Pero sí podemos, sin embargo, seguir por la senda abierta entre todos y con él. Y si lo hacemos todos a una, como en Fuenteovejuna, seguiremos siendo siempre una Legión Invencible. ¡Larga viva a John Ford, que lo entendió!

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