La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Clave de sol

Reflexiones sobre la fe

Alguna vez habré contado aquí la anécdota de un minero asturiano al que visitan propagandistas de una confesión no cristiana y ante su propuesta de conversión argumenta: "¡Cómo voy a creer en la vuestra si nun creo en la mía que ye la verdadera!". Llama la atención que, entre la cantidad oceánica de referencias mediáticas sobre la muerte del filósofo riojano, si bien ha tenido cierto relieve la de su proclamado ateísmo, no lo fue tanto con el adosado adjetivo de "católico".

Un despego hacia la creencia que tuvo estos años cierta vitola cultural, a la que podrían oponerse argumentos clamorosos como las conversiones tumbativas de Antony Flew y André Frossard. Lo cristiano, lo católico y si me apuran lo religioso simplemente no "venden" mucho en esta hora. Pero sí hay organizaciones de ateos militantes y apostólicos que realizan curiosas manifestaciones de protesta contra los creyentes que parece les molestan.

Llama la atención, sin embargo, sobre todo a nosotros los mayores, que en Asturias casi haya desaparecido la blasfemia (se decía que era un acto de fe) antes tan habitual por ejemplo en las cuencas mineras pese a que en los bares y medios de transporte había carteles con la leyenda: "Habla bien, la ley prohíbe la blasfemia".

Cualquier actitud ante la posibilidad de que exista o no exista Dios no deja de ser también un acto de fe. La divinidad no puede ser demostrable, sería cosificarla. Pero tan indemostrable es también su inexistencia.

Lo que avala el hecho de que estamos, como digo, ante una cuestión de fe. Es decir, de creencia y además en ambos casos: creer que sí? o creer que no renunciando a plantearse las grandes preguntas. O bien refugiarse en un cauto agnosticismo.

Aceptemos, sin embargo, que Dios no está de moda.

Compartir el artículo

stats