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Concejo De Bildeo | Crónicas Del Municipio Imposible

Mulas pisando barro

En donde se analizan diversas unidades del Sistema Métrico Bildeano

De nuestro corresponsal, Falcatrúas.

Hace poco apareció en un cajón mediado de papeles una fotografía hecha hacia mil novecientos sesenta y algo, en la que se ve a un paisano y un perro sentados en un banco hecho con el rodamen de un carro del país; el hombre posa con un hueso pelado de jamón de medio metro de largo atravesado en la boca y a su lado el perro, Candil, cruce de tranquilidad y pachorra, con un periódico en la misma postura. La pose fue una gansada que le propuse con mis doce o catorce años al bueno de Heriberto el Chato, de Casa los Chatos, familia bildeana con un historial largo de narices cortas, con el que llegué a gastar una buena amistad, a pesar de la diferencia de años.

La idea de la foto me la proporcionó la respuesta de Gerinelda, su mujer, al preguntarle por dónde andaba su marido, con el que solía charlar cuando ninguno de los dos tenía mucho que hacer:

-Están ahí detrás él y el perro, uno royendo un hueso y el otro un periódico, a ver si distingues quién es quién.

Heriberto anduvo por el mundo; nacido en mil ochocientos ochenta, emigrante de cierto éxito en Buenos Aires, llegó a tener, a medias con un socio originario de un pueblo de aquí al lado, una casa con veinte apartamentos en alquiler, además de una tejera y fábrica de ladrillos con diez mulas para pisar el barro, aparte de ser copropietario (allá le dicen tener participación) en algún otro negocio de la capital argentina.

¿Cómo sería de grande una fábrica de ladrillos en mil novecientos ocho, sabiendo que utilizaba diez mulas para pisar el barro? A saber. Algunos lectores con estudios se quejan a este periódico del Sistema Métrico Bildeano, al que consideran excéntrico porque utiliza términos poco serios, incluso ambiguos; por ejemplo, "puquiñín" y "migayina", no corresponden a cantidades exactas y sin embargo sirven para medir longitud, peso, capacidad? Dicen que así no hay quien se aclare, pero vivimos con ello, lo mismo que aguantamos al Gobiernín.

-¿Échote más farina? Un puquiñín más. (Aquí funciona como Unidad de Peso).

-Ponme un puquiñín más de leche. (Aquí, de Volumen).

-Falta una migayina pa llenalo. (De Volumen también).

-Si esperas una migayina, tiéneslo listo. (En este ejemplo, Unidad de Tiempo).

Ciertamente, estas medidas elásticas se hacen duras de entender para gente de otras naciones españolas: "retal" y "paparadín" como unidades de superficie y volumen respectivamente tampoco parecen expresiones formales; la gente espera de un Sistema Métrico que mantenga las medidas exactas y todos hablemos de lo mismo al decir un metro, una hectárea o un litro; duraron siglos los conflictos a la hora de medir y pesar a base de "varas", "arrobas", o "quintales", por ser cada una de estas medidas de su padre y de su madre, según fueran castellana, gallega, catalana?

Bueno, puede que ahora, con esto de las Automanías y en aras de la libertad, demos un gran paso hacia atrás estableciendo el metro catalán, el litro vasco, el kilo gallego, huso horario según la zona del país y quien la gobierne, etc.

Diez mulas pisando barro son toneladas de barro en acopio, una extensión considerable de terreno, arrieros, obreros, comida para todos, moldes, tarimas para secado, hornos para cocer los ladrillos, almacén, carros? En un momento dado, hacia mil novecientos doce, con poco más de treinta años, Heriberto regresó a Bildeo temporalmente, había un noviazgo de por medio, luego un casamiento, el regreso se demoró, fueron pasando los meses?

Cada mes recibía carta de su socio en Buenos Aires informándole de los ingresos por alquileres y los cientos o miles de tejas y ladrillos vendidos, por una suma total de tanto; pero al final del estadillo empezaban las restas: hubo que reparar unos tejados y unas cañerías de los apartamentos, dos mulas enfermaron, la factura del veterinario, un horno se estropeó? así que lo comido por lo servido, el negocio no daba. En la última carta, le pedía un poder a Heriberto para vender la industria cerámica y la casa de alquiler, porque era una ocasión única para obtener un buen dinero. Una vez enviado el poder, se acabó el carteo, del socio nunca más se supo.

Heriberto y su mujer tuvieron seis o siete hijos que fueron buscando su futuro en Avilés, Oviedo, Madrid y Barcelona, ellos dos se quedaron en el pueblo para siempre, atendiendo sus vacas y haciendo madreñas. Ya muy mayor, me confesó que cuando su antiguo socio dio la espantada había comprado una pistola para ir a Buenos Aires a pegarle un tiro.

-Tenía que haberlo hecho, pero bueno, hay tantas cosas que me quedaron por hacer?

Seguiremos informando.

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