La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Xuan Xosé Sánchez Vicente

Profecías, vanilocuencia, ausencias

La escasa percepción de la realidad de los partidos políticos

"La siderurgia regional, más fuerte diez años después de la fusión entre Arcelor y Mittal", titulaba LA NUEVA ESPAÑA el 28 de este pasado mes de agosto, opinión generalizada de la que, por cierto, participaban los sindicatos. Ahora bien, quien tenga un poco de memoria podrá recordar cómo hace diez años, con ocasión del cambio de accionista mayoritario, la profecía entre los sindicatos y la izquierda era unánime: "el indio" -así se lo llamaba- no era más que un especulador que venía a achatarrar la siderurgia, cuyo declive estaba asegurado y sus días, contados. Opiniones, por cierto, no muy distintas a las vertidas cuando, años atrás, la corporación siderúrgica proveniente de Ensidesa pasó a privatizarse deviniendo en Arcelor.

(Uno, por cierto, recuerda con humor aquellos tiempos de la reconversión industrial de los años 90 cuando en el Parlamentu las fuerzas de izquierda intervenían reiteradamente para proponer por boca de ganso cuáles deberían ser las características técnicas, incluso en centímetros, de aquella renovación. Si nuestro teatro costumbrista no estuviese tan volcado en lo rural, la representación de aquellos debates podría ser hoy un buen motivo de comicidad sobre las tablas. Pero aprovechemos el paréntesis para recordar también que hubo algún comportamiento sindical no marcado exclusivamente por las profecías a humo de pajas y la vanilocuencia, como el de Manuel Fernández, "Lito".)

Otra profecía exitosa -acompañada de magnífico estruendo como todas las de este tipo y boca emisoras, a que se sumaron, además, conspicuos comentaristas y economistas- fue la que se opuso a la tramitación de los Presupuestos para 2017, asegurando que no hacían falta alguna y que sólo se confeccionaban por razones electorales. ¿Qué estaría pasando ahora y en los próximos meses en el ámbito económico, social y administrativo si tuviésemos que estar funcionando con los Presupuestos de 2016 prorrogados?

La vanilocuencia no sólo acompaña a profecías de escaso acierto, como éstas; a veces es también la sustancia constituyente de algunas afirmaciones. En eso, por ejemplo, es un modelo el consejero de Presidencia, don Guillermo Martínez, el predicador en meses pasados de un pacto contra el envejecimiento de la población asturiana que no consistía en otra cosa que pedir dinero. En esta ocasión lo que hace es ponerse huecamente chulo y exigir al Gobierno central, bajo la amenaza de pedir la reunión del Consejo de Política Fiscal y Financiera, que señale los techos de gasto y déficit para que el Gobierno asturiano pueda configurar su Presupuesto. ¡Pero, hombre, don Guillermo! ¿No debería usted, más bien, callarse o en caso contrario requerir a su jefe madrileño que permita la constitución del Gobierno de España, sin cuya condición es imposible que éste elabore siquiera las premisas del Presupuesto estatal, condición sine qua non para disponer del marco de los autonómicos?

La vanilocuencia, a veces, toma la forma de grandilocuencia, aun en ámbitos relativamente menores. ¿Qué es eso del desembarco de Carlos V en Tazones? Aquí no hubo ningún Carlos V. Al pueblo maliayense traen la mar y el azar a tomar las coronas de Castilla y Aragón a un Carlos que será el primero de ambas, Carlos I. Y viene a eso. Sólo más tarde será Carlos V, pero no de aquí, donde seguirá siendo Carlos I, sino del Sacro Imperio Romano Germánico. Pero claro, nos parece más importante siempre lo de fuera. Por cierto, si hay un próximo rey Carlos, ¿lo llamaríamos "Carlos V bis"?

Y una ausencia. Clamorosa. Ya saben ustedes lo que ocurre si les asaltan su casa (eso que llaman "ocupar"). En primer lugar, ni se le ocurra hacer nada. Ni siquiera cambiar la cerradura a sus asaltantes, si no quiere acabar encausado o encarcelado. Tómelo usted con calma. Contrate abogado y procurador. Arrastre el culo "pelos xulgaos y pela Audencia", como diría el clásico, durante tres años y, al final, le devolverán el piso, posiblemente sin un solo mueble, persiana, puerta, cristal o cañería; naturalmente, sin resarcimiento posible.

Pues bien, repaso las 150 medidas acordadas entre PP y Ciudadanos, que son sustancialmente las mismas que se acordaron entre Ciudadanos y PSOE, y no hallo una sola mención a la modificación de la legislación al respecto (sí la hay, en cambio, atingente a desahucios, dación en pago y otros discursos de moda en relación con la propiedad y la vivienda).

Ni una sola mención. Que no lo haga el partido de las señoras del ropero de la ocupación, que viven políticamente de ello, normal, ¡pero PSOE, PP y Ciudadanos, a quienes fundamentalmente votan las "gentes de orden"!

Ya ven ustedes la escasa capacidad de percepción de la realidad, más allá del ámbito restringido de los discursos en boga, que tienen nuestros partidos políticos. Y podrían señalarse muchos más ejemplos, al margen de que algunas de las propuestas son vanilocuencia, un puro flatus vocis y, acaso, un disparate.

Pero con estos bueyes tenemos que llabrar.

Compartir el artículo

stats