-Túmbate en la camilla, cuquín.
-Con cuidao, eh. ¡Cuidadín!
-¿Dolores tienes?
-¡Puf! Y Susanas, que ye lo peor.
-Bueno, voi empezar con una relajante presión en?
-¡¡¡¡Más presiones no, por favor!!!
-Tranquilu, voi friccionar con mis dedos?
-¡Que me deje de fricciones! ¡Que no aguanto ni una más!
-¡Ay madre! ¿Y masaje facial?
-¡De eso nada! ¡Estoy harto de que me anden con la cara!
-Tranqui, que tas en buenas manos ho.
-Ya, eso creía yo?
-¿Pero de dónde vienes tan derrotáu? ¿Baile? ¿Juerga? ¿Reyerta?
-Comité federal.
-¿Traumático?
-No sabes cuánto.
-¿Alguna rotura ho?
-Partido en dos.
-Vaya. ¿Y muchos golpes?
-¡Puf! Por arriba y por abajo. Tengo el cuello...
-Latigazu cervical.
-De latigazos? no me hagas hablar.
-¿Muchu tiempu de pie?
-Hasta que me movieron la silla.
-¡Vaya por Dios! Claro, como nun vas tener hinchazón.
-Ha sido un honor.
-Y esto que te digo... ¿Puedo trabayar sobre la zona inflamada?
-La entrepierna ni tocarla.
-¡Pues manda barones! Digo, ¡manda cojo?!
-Siento como un desgarro aquí dentro.
-¿Una mala postura podría ser?
-¡De eso nada! ¡Yo me puse como me tenía que poner!
-Igual si desatascamos los conductos nasales...
-¡Que no me toques las narices, que ya me las tocaron bastante!
-Ay, fíu? Relaja, eh.
-Ye fácil decirlo.
-Coime, si vienes a que te de un masaje y nun te puedo facer nada...
-Vaya quitándome los navajazos de la espalda.
-¡Madre, fíu, menuda batalla!
-Me duele hasta el trapecio.
-¡No me extraña, menudo circo, anda!
-¿Podría desbloquearme el cuestionamiento de mis planteamientos?
-¡Voi a ver! Igual con un poco de shiatsu?
-Reducir depresión y ansiedad...
-Ya sé cómo me dices, ya.
-¿Me tumbo entonces en la camilla?
-Claro, bobu. Relájate. Quién lo iba a pensar.
-¿El qué?
-Herido de guerra en una ejecutiva federal.
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