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Sol y sombra

La crisis socialista

Miquel Iceta es un personaje curioso. Esperpénticamente inane cuando grita "¡¡¡Peeedro, por Dios, líbranos de Rajoy!!!", obstinadamente optimista cuando se rebela contra las encuestas para decir que entre abstenerse y pasar a ejercer la oposición, y unas terceras elecciones lo mejor es esto último. Algo que seguramente contribuiría a empeorar aún más el maltrecho estado de los socialistas.

No lo ve así. El líder del PSC, recientemente reelegido, dice que si el PSOE se vuelve a hundir en las urnas será por voluntad de los votantes no por "una maldición bíblica". Pero de suceder de ese modo se deberá con mayor probabilidad a una nueva decisión mal tomada. El socialismo viene tomando malas decisiones desde la última etapa de Zapatero. Además se ha acostumbrado tanto a ellas que muchos de sus dirigentes han perdido incluso la capacidad de discernir entre lo que resulta conveniente para el partido y lo que le vendría bien a España. Naturalmente la conjunción de intereses no siempre existe; tendría que ser misión primordial de los hombres públicos velar por el beneficio de las instituciones, en cualquier caso de los españoles.

Iceta no lo hace. Su idolatrado Pedro Sánchez, tampoco. Sánchez se enrocó en su propia ambición sin buscar buenas soluciones para el país ni siquiera para el partido, que dejó de escuchar para echarse en brazos de Podemos y el independentismo pese a que las posibilidades de alumbrar el famoso gobierno del cambio apenas existían. Perdió de vista la realidad y embarcó a otros en los vanos sentimientos del imposible: en un deterioro de la razón.

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