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Para cambiar

Quedarán cinco

Me refiero a las entidades financieras españolas de relieve que subsistirán a medio plazo. El sector financiero ha sido, junto al inmobiliario, el más castigado por la crisis, aunque bien es cierto que su situación de deterioro no ha sido únicamente consecuencia de la depresión económica en que hemos estado sumidos en los últimos seis años, sino que ha habido una falta de visión de futuro por parte de los consejos de administración y de la alta dirección de los bancos, que no han visto venir el desplome inmobiliario ni los bajísimos tipos de interés que han llevado al mundo financiero a sufrir su periodo más grave de falta de rentabilidad y solvencia. Es indudable que, en parte, la famosa burbuja inmobiliaria fue alimentada por los ejecutivos y gestores bancarios cuyos bonus y retribuciones variables estaban basados únicamente en la captación de volúmenes de negocio y márgenes, lo que les animó a financiar préstamos hipotecarios y promociones inmobiliarias, a veces por un importe superior al 100% de un inflado valor de tasación.

Algunos consejos de administración se han dotado de personas con poca independencia y una formación financiera muy básica (¿cuántos sabían interpretar los tres tercios de que se compone la cascada de la cuenta de resultados?), lo que se ha traducido en una falta de visión profesional y experta sobre los temas y estrategias que se plantean en el máximo órgano de decisión y, en consecuencia, han aportado poco a la gobernanza.

No es tampoco un asunto baladí la edad de jubilación de muchos consejeros, que en algunos estatutos se fija en los 70 años, una edad que les impide estar familiarizados con el sofisticado mundo financiero y ser versátiles con la cambiante actualidad económica, la capacidad de entender lo que demanda el mercado y los nuevos avances tecnológicos.

El caso es que las provisiones para limpiar los pufos y el estrechamiento de márgenes por los tipos de interés a casi cero han llevado al sector a una pérdida de rentabilidad que cuestiona la viabilidad de futuro de algunas entidades Esta situación queda perfectamente reflejada en la cotización de sus acciones, que ha disminuido de media un 70% en los últimos tres años, y en la pérdida de la mitad de su valor contable. Esta circunstancia, unida a que entrarán en el sector nuevos actores como las compañías tecnológicas y de distribución, cuyos trabajadores no están en el convenio de banca, ha obligado a ejecutar con urgencia un ajuste drástico basado en el cierre de miles de oficinas y la eliminación de otro 30% del empleo. A corto plazo el nuevo escenario no va a ser soportado por todas las entidades, por lo que, para sobrevivir, no les queda otra alternativa que fusionarse y ser absorbidas por otros competidores más solventes y de mayor capacidad para generar beneficios. En definitiva, no es aventurado decir que, al final de este proceso, solamente quedarán cinco y posiblemente alguno más especializado.

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