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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Jabalíes orteguianos

El 30 de julio de 1931, en un discurso ante las Cortes Constituyentes en el que Ortega y Gasset dijo haber perdido su "virginidad parlamentaria", el célebre pensador dejó para la posteridad política una frase gloriosa: "Hay tres cosas que no podemos venir a hacer aquí, ni el payaso, ni el tenor, ni el jabalí". Casi un siglo después, en la sesión de investidura de Rajoy y de embestidas contra el PSOE, un diputado de ERC de cuyo nombre no quiero acordarme por mucho que cante su apellido, dio tristemente la razón al filósofo y se marcó un triple: en una intervención envuelta en payasadas y con puesta en escena de tenor afinado en gorgoritos, el tal se montó una berrea montuna, digna de una piara de cochinos salvajes en estampida. Su señoría sin pizca de señorío seguramente no ha leído a Ortega. O tal vez sí, pero ha sido incapaz de metabolizar sus razonables enseñanzas. Al Congreso y al Senado se ha de ir como apuntaba Ortega: "Nada de divagaciones ni de tratar frívolamente problemas que sólo una labor de técnica difícil puede aclarar; sobre todo, nada de estultos e inútiles vocingleos, violencias en el lenguaje o en el ademán". Hace falta más brillo en el ingenio y menos vomitona zafia; más agudeza en la réplica y menos dentelladas fieras a la yugular, de rala dialéctica. Lo demás es una falta de respeto a la opinión pública y a las cámaras.

En la edición dominical de "El Sol", diario independiente madrileño, de fecha de 6 de marzo de 1932, Unamuno comentaba el discurso orteguiano y finalizaba el artículo de prensa con estas palabras: "Suerte fatal la de tener que civilizarse". Que se la aplique el jabalí.

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