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Reflexiones de bebés anónimos

La moda

Hola, pongamos que me llamo Mónica y que tengo 18 meses.

Entre los innumerables asuntos que me interesan desde que llegué a este mundo hace año y medio, hay uno de trascendental importancia del que deseo hablaros. Ese asunto es la moda.

Creedme, la moda es, de verdad, decisiva, fundamental, importantísima. A todos nos preocupa lo que se va a llevar. No es un tema trivial. Nos va el porvenir en ello.

Pues, bien, me atrevo a asegurar que, en tiempos venideros, la tendencia va a ser la de vestir nuestras mentes con ideas potentes, sólidas, renovadoras e imaginativas, que nos envuelvan con elegancia y calidad, no con superficialidad. Cuando yo sea mayor, nos pondremos mentes capaces de mejorar y transformar todo lo que está mal.

¿Veis cómo es importantísimo saber lo que se va a llevar?

Y no es que todas las creencias anteriores nos hayan quedado raquíticas y que ya no peguen con nuestro tiempo; no, no, ni mucho menos. Hay ideas de otras épocas que siempre sentarán bien, que no se pasan, vamos. Por ejemplo, un sombrero debajo del cual haya una cabeza pensante jamás se pasará de moda.

Las que sí se nos han quedado pequeñas son las ideas chungas, las que favorecen prejuicios y fanatismos, las que no ayudan a pensar, las que son rígidas, las que se apoyan en imposiciones y no en razones.

Pero la moda que viene se anuncia muy diferente. No se nos presentará como una moda pasajera, como las que nos ofrece la publicidad cada temporada; ni como un moda fijadora que nos ate de por vida a una misma forma de ver las cosas, sino que será una moda viva, alegre, colorista, que facilite el intercambio respetuoso de opiniones con los demás.

¡Qué maravilla ver nuestras mentes ataviadas con la indumentaria más favorecedora: la de la inteligencia, la razón, el sentido común, la imaginación, la consideración, el entendimiento y la comprensión!

¿Y cómo será, preguntaréis, esa otra vestimenta, la confeccionada, la textil; esto es, la que se pone por fuera adornando el cuerpo?

Pues la más adecuada, sin duda alguna, será la que permita el movimiento y no apriete el pensamiento.

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