La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Blindar a los Reyes Magos

Extraña noche de Reyes la que se avecina. En la mayoría de las ciudades españolas la Policía ha reforzado las medidas de seguridad para evitar posibles acciones terroristas en las aglomeraciones de público que provocara la asistencia a las tradicionales cabalgatas. Y en la localidad barcelonesa de Vic (centro neurálgico de la oposición a Felipe V allá por el siglo XVIII) organizaciones partidarias de la independencia aprovecharan la circunstancia de que el festejo será televisado por el canal autonómico para involucrar a los Magos de Oriente en la petición de una república solo para catalanes. Lo que parece una falta de respeto para los ciudadanos del resto del Estado que han de conformarse con la vieja monarquía secular que ya conocemos. El primero de los asuntos ha producido la natural alarma entre la población porque nadie entiende la relación de causa a efecto que pueda existir entre las reivindicaciones de los terroristas y las cabalgatas de Reyes, que son una fiesta dirigida fundamentalmente a los niños. Salvo que los terroristas entiendan, de una forma un tanto desquiciada, que la población civil de los estados que se meten en sus asuntos a bombazo limpio debe pagar el mismo tributo de sangre que padecen los habitantes de lejanas tierras en conflicto. Es decir que, se trataría de una forma de venganza. El segundo de los asuntos, en cambio, ha movido a la risa porque pedirles una república a unos Reyes, aunque sean Magos, invita al chascarrillo fácil y en las tertulias más integristas no dejaron pasar la ocasión para hacer las bromas habituales. No conocemos (ninguna autoridad lo ha explicado) en que grado de peligro para sus vidas pudieran estar los miles de personas que asistirán a los desfiles de la noche de Reyes pero asusta pensar que uno de los criterios que justifican la alerta pudiera ser el simple hecho de la existencia de aglomeraciones humanas, con independencia de cual se el motivo que las provoca. De acuerdo con ese criterio, habría que blindar también las procesiones de Semana Santa, los partidos de fútbol, las ferias y mercados, los conciertos musicales, y cualquier otro acontecimiento de masas. Con lo que, los terroristas habrían llegado a conseguir que millones de personas experimentasen la misma sensación de miedo que los desgraciados ciudadanos de las ciudades de Oriente Medio cuando transitan por un mercado, acuden a un templo religioso o cogen un autobús, ante la eventualidad de que les explote una bomba. Una sensación de extrañeza e incredulidad, que describe muy bien un admirado viñetista, Santy, que dibujaba ayer la tristeza de un niño que asiste acompañado de su madre a la cabalgata de Reyes mientras enfrente se despliega la policía armada. "Me gustaba más" -dice el niño- "cuando los Reyes venían sin escolta". Los niños que conocimos aquellos Reyes pobretones del franquismo con un Baltasar embetunado y un Melchor y un Baltasar de mejorable guardarropía no podemos estar más de acuerdo. De entonces acá, la coreografía del festejo ha evolucionado mucho. A veces tanto (como en Madrid) que se ha convertido en una descarada, y lujosa, caravana publicitaria. Afortunadamente, los niños conservan la inocencia y la credulidad necesaria para dejarse engañar por los padres . Muy cariñosamente, eso sí.

Compartir el artículo

stats