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Sol y sombra

Ortografía familiar

La Justicia procesó en España a 1.378 personas por delitos de corrupción en los últimos quince meses. Las acusaciones tienen que ver con la prevaricación, el tráfico de influencias, la malversación, el cohecho, etcétera. Vivimos una especie de apoteosis del crimen administrativo y todo ello se traduce en una actividad frenética de los juzgados que no dan abasto para atender a tanto chorizo de cuello blanco.

Digo chorizo porque viniendo de chorizar es la palabra que más se ha extendido para definir a los que roban, estafan o distraen en este patio de Monipodio actualizado. Una de las dos jóvenes clasificadas en el concurso regional de ortografía eligió truhán como palabra esquiva o difícil. Cuesta creer que con tanto movimiento de granujas sueltos y procesados alguien preocupado por la lengua, aunque se trate de un ser tierno, como es el caso, vea dificultad en este sinónimo castellano de sinvergüenza.

Entre tanto corrupto condenado, más de la mitad ha malversado dinero público sin entrar a juzgar si se lo ha llevó crudo. Por ejemplo, Oleguer Pujol, vástago de una ilustre saga de chorizos, sigue blanqueando, cobrando comisiones y en libertad. Cataluña, que aspira a ser una nación, lidera el ranking de corruptos procesados, de manera que su nómina de sinvergüenzas es superior a la del resto de las comunidades, de acuerdo con el estudio estadístico elaborado por el Consejo General del Poder Judicial.

Truhán posiblemente sea una palabra demasiado dulce para describir a cualquier pujol de tres al cuarto. Hay otras: bribón, estafador, pillo, belitre, bergante, rufián, camandulero, embaucador, marrullero, perillán, etcétera. Y todo por no decir chorizo, que ha acabado por ser coloquialmente la más familiar.

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