Ignacio Patac y Pérez-Herce era un libro abierto de sabiduría minera cuyos estudios geológicos condujeron a la explotación de la emblemática mina La Camocha de los hermanos Felgueroso. Incluso un inventor que ideó el célebre "encendedor Patac", muy valorado en su época por los expertos en lámparas mineras. Y por último, un coleccionista ávido de muestras fósiles que acaparó durante décadas de estudio y ejercicio profesional.
En su colección de más de tres mil fósiles destaca una monumental muestra de braquiópodos y de flora carbonífera, además de mil libros y revistas especializados y doscientos planos de notable valor. Una selección de ese legado se expone ya en la Escuela de Minas de Oviedo, para disfrute intelectual de los alumnos del centro, que obtienen así beneficio del esfuerzo singular de un visionario. La pena es que ese patrimonio no haya encontrado acomodo en Gijón.
No es cuestión ahora de dirimir si tienen razón en su denuncia los herederos del benefactor, que se quejan de la desidia municipal, o si la razón asiste al equipo de gobierno, que asegura que se enteró por el periódico de que el legado de Patac iba camino de Oviedo. La cesión a la Escuela de Minas del tesoro paleontológico de este gijonés ilustre dura cinco años. Convendría que a la finalización de ese plazo el Ayuntamiento de Gijón hiciera el esfuerzo de recuperar semejante montaña de objetos valiosos de la Prehistoria regional y el fondo documental, casi innumerable, que lo acompaña. Ése era el deseo de Ignacio Patac, la intención de sus herederos y el anhelo de muchos gijoneses, que quieren poder disfrutar de una colección que es memoria fósil de esta región.
