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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Con las botas puestas

Al Sporting se le acaban las balas y ninguna de las que restan en la recámara es de cañón. La munición se antoja mínima para el último asalto; vamos a la guerra con un tirachinas y la moral de la tropa por los suelos, mi general. Por no abusar del símil belicista, cabe añadir que se le agotan las ubres al cuento de la lechera. ¿Recuerdan hasta dónde íbamos a llegar de la mano de trece fichajes cuando en las primeras jornadas el Sporting sumó siete puntos de nueve, dos victorias en casa y un empate fuera? Poco menos que a las orillas de las competiciones europeas. Qué pronto se deshinchó el globo, se torció el carril y ya no hubo cómo enderezarlo. Y ahora amenaza descarrilamiento.

Restan doce jornadas, la distancia con los que anteceden en la tabla se agranda y ya sólo queda espacio para las hombradas y para los milagros. Como quiera que la milagrería es fenómeno paranormal y el fútbol se tiene por ciencia exacta que certifica que si no defiendes bien un córner te la clavan (¿cuántos goles ha encajado esta temporada el Sporting en jugadas a balón parado?), no hay más remedio que echarle bemoles hasta la última jornada, remar hasta la orilla de la temporada aciaga y morir con las botas puestas. Morir por los colores, por el peso de una camiseta que a unos cuantos de la actual plantilla les viene grande, les baila en el pecho. Así que titulares, reservas y mediopensionistas clávense el escudo al pecho no con imperdibles sino con clavos de forja y acaten con dignidad las últimas voluntades de una hinchada que abandona El Molinón en silencio de réquiem, como saliendo de un funeral.

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