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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Atraco de película

Un atraco con rehenes tuvo en vilo al mediodía de ayer a Gijón, una ciudad que durante cuarenta minutos, lo que duró el encierro del delincuente armado con clientes de una sucursal bancaria de la avenida de la Constitución, se sintió improvisado plató de una película de cine negro.

Cortes de calles, sirenas policiales, decenas de curiosos agolpados en torno al cordón de seguridad, angustia por saber qué ocurría dentro de la sucursal, discernir si el atracador, que iba armado -aunque portaba un arma detonadora sin munición real- estaba dispuesto a cualquier locura, máxime al conocerse que había solicitado al negociador policial droga como condición a cambio de liberar a alguno de los retenidos; dos agentes de paisano que se cuelan en el escenario sin ser identificados por el delincuente... Ingredientes precisos para una trama cinematográfica, afortunadamente con final feliz, adobada con suspense y cuadros de ansiedad.

Seguramente, y por fortuna, se trató de una chapuza de atraco, del intento delictivo de un infeliz que en el pecado llevará la penitencia. Pero el susto no se lo quita nadie a los rehenes ni a sus familias. Hay tanta filmografía que repasar, que uno se pone en lo peor. Es asunto recurrente en el cinematógrafo el robo de bancos. El atracador de Gijón se parece al Pacino de poca monta de "Tarde de perros". Como el asalto no acabó en tragedia, a uno se le vienen a la memoria las cómicas versiones del "Atraco a las tres", de Forqué, y del "Rufufú", de Mario Monicelli, trufados de personajes perdedores, tragicómicos, dignos de compasión y hasta cierto punto patéticos.

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