Hay motivos más que suficientes para que El Molinón mostrara desde el cemento unas cuantas tarjetas rojas durante el España-Israel de la próxima semana, envuelto en una triste polémica por el empeño de ciertos políticos en convertir el Pleno de Gijón en una delegación chusca del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, con ganas de vetar pero sin derecho a veto.
Se me ocurren, a bote pronto, unas cuantas: tarjeta roja al equipo municipal de gobierno por su frecuente afición al fuera de juego; por empeñarse en la táctica del 4-4-2 siendo sólo ocho y menguantes, y estar siempre a la defensiva cuando Gijón necesita cambiar de táctica y jugar al ataque. El Foro de Moriyón ha puesto el autobús de Emtusa delante de la portería y aun así Xixón Sí Puede le cuela de vez en cuando golazos por la escuadra.
Tarjeta roja a la Consejería de Fomento, por emplearse con malos humos en una ciudad que respira fútbol y partículas contaminantes. Gijón no puede situarse permanentemente en una nube, si además es negra y contaminante. Que en justa compensación compre Mittal acciones del Sporting y lo convierta en un club de acero blindado, que ahora parece de azucarillo y plastilina.
Tarjeta roja también al Ministerio de Fomento porque tiene comprados a los árbitros para que piten a favor de las localidades que compiten con Gijón, que siempre salta al césped del Solarón en desigualdad de condiciones cuando se enfrenta a Bilbao, Vigo, Barcelona o Málaga. Y así siempre habrá ciudades de Segunda y de Primera.
