Desde ayer, varios carteles anunciadores situados en zonas de entrada a la ciudad avientan que Gijón "no tolera las agresiones sexistas". La Alcaldesa descubrió la primera de esas placas en El Llano, rodeada de representantes del movimiento feminista y de miembros de los grupos políticos municipales, todos a una. Loable iniciativa ésta, que sin embargo deja un sudor frío o un amargor de boca: una cosa es no tolerar y otra bien distinta poner freno a semejante lacra y además creciente, con medidas efectivas y contundentes.
Hay iniciativas que no por ser plausibles superan el filtro de quedar señaladas como gestos para la galería. Y ésta es una de ellas: ¿servirá para algo ese cartel? No hay que tolerar las agresiones sexistas ni ningún tipo de agresión, del género o tamaño que sea.
Si hubiera que instalar carteles por toda la ciudad de lo que Gijón no tolera no quedaría sitio ni para el carril bici. Por ejemplo, Gijón no tolera el cerco de la Sociedad General de Autores a las verbenas y a las fiestas de prao de las asociaciones de vecinos; ni los recrecidos absurdos como el de las duchas de la Escalerona; ni un Sporting en Segunda; ni la alargada instrucción de las actuaciones judiciales sobre los sobrecostes de la ampliación de El Musel.
Tampoco tolera el retraso en el pago de las subvenciones municipales a las entidades altruistas de la ciudad; ni convivir con un plan de urbanismo permanentemente bajo sospecha... Y sobre todo, Gijón no tolera a los intolerantes, lleven turbante o bombín, o corbata de Loewe.
