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Alberto Menéndez

El futuro del javierismo

Los socialistas asturianos contrarios a Pedro Sánchez salieron escaldados del congreso federal del PSOE del fin de semana. Y eso que lo sabían, sabían que los sanchistas iban a pasar factura a los susanistas de la región (a partir de ahora oficialistas), pero no pensaban que el recibo iba a ser tan caro. Lo sucedido con la Federación Socialista Asturiana (FSA) tiene que ver, por supuesto, con Pedro Sánchez y sus diferencias con Javier Fernández (sobre todo a raíz de aceptar éste la presidencia de la comisión gestora), pero también, y en muy gran medida, con la nueva vicesecretaria general de la organización, la asturiana Adriana Lastra, ofendida por el trato humillante que considera que se le dio tanto por parte de la gestora de Fernández como por la dirección de la FSA tras la dimisión de Sánchez como secretario general.

Los actuales responsables regionales del PSOE aseguran que plantarán cara a los sanchistas en las primarias y el congreso previstos para después del verano. Lo dicen, es verdad, pero también que lo hacen sin demasiada convicción, de forma rutinaria, como si estuvieran obligados a ello. Saben que los vientos en el partido no soplan a su favor y que lo lógico, aunque pusieran toda la carne en el asador -que no la están poniendo-, es que el sanchismo pase a controlar la FSA. Y más viendo la actitud poco o nada combativa de Javier Fernández en las últimas semanas. El actual líder del socialismo asturiano ya ha anunciado que no optará a la reelección, pero es que, además, se ha decantado -al menos hasta el momento- por desempeñar un papel secundario en la organización, evitando pronunciarse sobre todo aquello que tenga que ver con el partido y con su nueva dirección. Ni tan siquiera participó en las tradicionales negociaciones sobre la composición del nuevo comité federal del PSOE.

Las primarias en la FSA están ahí, a la vuelta de la esquina, siendo, además, los meses de julio y agosto poco propicios a la actividad política. Para un sector no precisamente al alza, como es el oficialista, y con un líder por ahora ausente, no pintan buenos tiempos. O mucho cambian las cosas o el javierismo sin un Javier Fernández a pleno rendimiento lo va a pasar mal en el proceso congresual de la FSA ya en marcha.

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