En Castilla-La Mancha ha habido un acercamiento entre el PSOE y Podemos para facilitar la gobernabilidad de la autonomía, un acuerdo que incluye que el partido de Pablo Iglesias entre a formar parte del Ejecutivo del socialista García-Page si es que así lo deciden las bases de la organización morada. ¿Sería posible algún tipo de pacto similar en Asturias? Por supuesto, la opción está ahí. Pero mucho tendrían que cambiar las cosas para que la formación que lidera en la comunidad Daniel Ripa acabe sentándose a negociar de verdad -dejando a un lado la teatralidad que ha marcado los contactos en los dos últimos años- con la Federación Socialista Asturiana y con el Gobierno de Javier Fernández.
Ni la FSA es el PSOE de Castilla-La Mancha ni Podemos en esta comunidad tiene nada que ver con los podemistas asturianos. En el Principado, las discrepancias entre relevantes personajes de la organización morada (sobre todo aquéllos con peso específico en la Corriente Sindical de Izquierdas) y del Partido Socialista van más allá de la política; son ya de índole personal. Y este tipo de desacuerdos son muy complicados de superar en una mesa de negociación entre partidos, sean éstos los que sean.
Lo que puede suceder en los próximos meses entre socialistas y podemistas en Asturias lo dejó muy claramente expuesto Javier Fernández en la entrevista publicada por LA NUEVA ESPAÑA el pasado domingo. El jefe del Ejecutivo autonómico tiene "el pálpito" de que él no es el problema. Es decir, que la profunda sima que separa a ambos partidos se va a mantener sea quien sea el ganador de las primarias socialistas en el próximo mes de septiembre, bien el sanchista Adrián Barbón, bien el javierista José María Pérez. Lo normal, por lo tanto, es que todo siga como hasta ahora. Al menos para el aún líder regional socialista: que él no es el problema "tendremos ocasión de verlo", según sus propias palabras.
