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Xuan Xosé Sánchez Vicente

Xostronería y tolerancia

La basura en las celebraciones como medida de las deficiencias educativas

Cada vez que se celebra una fiesta popular el recinto donde ocurre queda cubierto de basura arrojada por los asistentes. Es decir, la mayor parte de ellos actúa con xostronería, que es lo contrario de educación: mis hijos, por ejemplo, volvían siempre a casa con su bolsa de basura de las excursiones escolares, si es que no había un contenedor para ella. Por cierto, como la mayoría de los asistentes a esas fiestas son jóvenes, hay que poner en duda esa expresión de "la generación mejor formada"; "La generación en que se ha gastado más dinero en formación" sería más preciso.

Otro ámbito de xostronería es el de los graffiti. Me parecen casi todos un horror y me desagrada su feísmo. Entiendo que a sus autores y admiradores, no. Pero mi crítica no va hacia su estética, sino a su utilización de los espacios públicos para lo que no es, en último término, más que la manifestación del egotismo de sus autores: trenes, colegios, parques, pistas de juego?, nada se libra de esa invasión ilegítima, que exige después el gasto del esfuerzo de nuestro trabajo para su limpieza.

Se ha hecho general alabanza de la tolerancia española con motivo del World Pride. Los más permisivos del mundo. Todo aplausos. ¿Pero acaso no hay nada que decir de la xostronería de algunos manifestantes, de su impudicia, de la vulgaridad de su estética, de su zafiedad? (De paso, me pregunto si representa esa parte de los manifestantes el desiderátum estético de las personas no heterosexuales).

Tengo la impresión de que, ante todas estas actitudes xostroneras, más que tolerancia y permisividad, como virtudes cívicas, lo que ocurre es que, en general, a los ciudadanos les importa un pito todo ello.

Es decir, que pasan de todo lo que ocurra más allá del par de metros cuadrados de su yo y su inmediatez.

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