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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Mina de oro y cilicio

De cómo la Semana Grande de Gijón transmuta en mina de oro para diferentes sectores y en cilicio para otros tratan estas líneas, horas después de que Roca Rey clavara las manoletinas con alcayatas de valor suicida sobre la arena del redondel.

Existe un parking subterráneo próximo a la playa de Poniente cuyo nivel de ocupación durante el año es más bien escaso. El jueves, sin embargo, a la finalización del concierto de Antonio Orozco (al que le vino Dios a ver con las apariciones televisivas en el programa ése de anónimos talentosos) había colas de decenas de metros para obtener el tique de salida. Quien accedió al estacionamiento pasada la una y media de la mañana tardó al menos media hora en abandonar la catacumba, con evidentes pérdidas de paciencia a la vista del atasco frente a las barreras. Salvo, supongo, en la noche de San Juan, no habrá jornada en el año en que la empresa concesionaria sume una recaudación como la del jueves.

Por contra, algunos vecinos de Poniente volvieron a exteriorizar su anual queja veraniega a causa de las molestias que provoca a la calidad del sueño la catarata de decibelios de los conciertos en la playa. También se quejaron los hosteleros de Begoña de que había prevista verbena en su zona, con la consiguiente pérdida de ganancia.

La hostelería es la principal beneficiaria del programa festivo, con ingresos directamente proporcionales a la distancia de los establecimientos a los puntos principales de diversión. También los toros, mal que pese a algunos, generan economía en Gijón, y no sólo polémica. Que pregunten en una conocida sidrería qué caja hizo en cenas la noche de la última presencia de José Tomás en Gijón. Cómo volaban las cigalas...

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