En algún periódico leí el otro día que Asturias toma impulso. No sé bien hacia dónde, pero al parecer lo toma, y cabe suponer que será hacia adelante o hacia arriba. Y eso es valorado como una disposición positiva, que lo es. Ocurre que nosotros, la gente mayor, venimos comprobando desde hace medio siglo lo del impulso o sus sinónimos, situación en la que parece nos hemos instalado.
La pregunta sería si ese impulso ha cubierto alguno de sus objetivos, al menos parcialmente. La respuesta será diferente según quien la formule. En razón de lo expuesto, la mía parece negativa por la escasez de unos resultados que permitan hacer, por lo menos en parte, un balance relativamente esperanzador.
En el último medio siglo, la Asturias de la gran industria y de la minería floreciente se ha venido abajo y ahora hemos quedado en estado de perplejidad. Hasta grandes obras públicas como los nuevos túneles del ferrocarril con la meseta han sido paralizados aduciendo motivos como las filtraciones y los presupuestos.
Con ser importantes, no creo que basten las conservas, la ganadería, el turismo, la pequeña industria residual, la plétora museística y los pasteles típicos. Muchos jóvenes se van en busca de oportunidades que aquí no encuentran. Así esta región lleva camino de convertirse en un gran asilo de jubilados menguantes.
Faltaría un proyecto coherente y audaz que eligiera un camino para salir del bosque. Y un gobierno regional dispuesto a dejar de administrar la decadencia.
