Nadie duda que a la medicina no se le puedan exigir imposibles o que deba asegurar al cien por cien la cura de una enfermedad o el éxito de un tratamiento. La odontología, como las demás ramas de la medicina, es una ciencia de la salud que todos reconocemos como inexacta, ya que las respuestas a ciertos estímulos o acciones (como pueden ser los tratamientos) no son de naturaleza determinista.
En odontología, como en cualquier otro campo de la medicina, existen altos niveles de confianza en los tratamientos, pero no se pueden olvidar aspectos importantes en sus resultados, como la variabilidad biológica individual o el seguimiento del paciente de las recomendaciones de su dentista. Cuestiones de gran importancia por cuanto mismos tratamientos dispensados a diferentes pacientes pueden tener resultados distintos e, incluso, adversos. Esa variabilidad biológica, como por ejemplo la respuesta de cada paciente a los antibióticos, las enfermedades sistémicas como la diabetes, los hábitos higiénicos como la falta de una correcta higiene bucodental, el tipo de alimentación como la ingesta de azucares en exceso, los hábitos tóxicos como el consumo de tabaco y alcohol, y, cómo no, la falta de seguir un programa adecuado de revisiones odontológicas, pueden determinar ciertas patologías o enfermedades bucodentales. Más importante aún, puede ser causa fundamental en la respuesta del paciente a determinados tratamientos haciendo que los resultados del mismo sean insatisfactorios y/o adversos. Como profesional sanitario, el dentista será quien reconduzca esta situación con su buen hacer, intentado en todo caso tratar y revertir el cuadro clínico del paciente.
Un dentista, como profesional sanitario, no puede prometer, asegurar o garantizar el resultado final de un tratamiento. Lo que sí puede ofrecer, y a ello está obligado, es que pondrá todo su conocimiento, empeño y cuidados para un correcto diagnóstico y tratamiento de la patología a tratar.
Es cuando faltan estas constantes, es decir cuando no se ponen los medios adecuados, cuando se puede evidenciar una actitud ética y deontológica del profesional que se aparta de lo legal y moralmente establecido. Son estas faltas las que deben ser corregidas y, en su caso, sancionadas.
Desde el Colegio de Odontólogos y Estomatólogos de Asturias (CODES) somos los primeros interesados en denunciar las malas prácticas de los profesionales dentistas. Por ello, ante actuaciones negligentes o de mala praxis, ante actuaciones de personas no cualificadas, ante actuaciones que primen los criterios mercantilistas, siempre estaremos a disposición de los pacientes o usuarios de los servicios de los dentistas que lo necesiten, ofreciéndoles la información y el asesoramiento que requieran.
Por otro lado desde CODES queremos enviar un mensaje de confianza en nuestros colegiados, destacando el alto nivel de formación de los mismos y el reconocimiento de la odontología española a nivel europeo, que avalan la alta cualificación que tienen los odontólogos en nuestra comunidad autónoma, muchos de los cuales cuentan con reconocimiento internacional.
Pedimos que, a pesar de que la odontología es una ciencia muy ligada a la utilización de procedimientos tecnológicos, no se banalicen los tratamientos bucodentales, ya que ante todo son actos médicos en los que el método científico es la base en la que se sustentan.
Tratemos a la odontología con sentido común. Como pacientes seamos exigentes con nuestros dentistas demandándoles lo que realmente pueden ofrecer, pongámonos en manos de personal cualificado y correctamente formado. No judicialicemos la relación dentista-paciente en base a criterios en los que imperen los resultados concretos obtenidos, sin considerar la naturaleza probabilística o estocástica de los propios tratamientos que son dispensados.
