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Alberto Menéndez

La dispersión de Podemos

La errática estrategia de la formación morada en Asturias y los riesgos para el alcalde de Oviedo

Analizar en su conjunto el comportamiento de Podemos en Asturias desde su irrupción en las elecciones europeas de 2014 es una tarea que resulta complicada, muy engorrosa. La organización liderada en la región en los últimos años por Daniel Ripa, en estrecha colaboración con Emilio León como portavoz del grupo parlamentario, si por algo destaca no es precisamente por su osadía, por su valentía a la hora de comprometerse en la solución de los problemas de la comunidad autónoma, ni tampoco por su cohesión interna.

Se mire como se mire la lógica, la escrupulosidad no se impone en las actuaciones del partido de Pablo Iglesias en Asturias, una formación que en Gijón pacta con la derecha más extrema, la que representa Francisco Álvarez-Cascos, la mano derecha durante mucho tiempo en el PP de Manuel Fraga primero y de José María Aznar después. Un partido que, por otro lado, hace alcalde de Oviedo al socialista Wenceslao López y, sin embargo, rechaza de plano cualquier tipo de acercamiento -al menos hasta el momento- a otro cualificado representante del PSOE, el presidente del Principado, Javier Fernández, distinguiendo los podemistas así entre socialistas buenos -hasta cierto punto, por supuesto- y malos.

Podemos se encuentra en pleno debate interno, que finalizará en las próximas semanas con la elección de su nueva dirección regional y las líneas programáticas con las que la formación concurrirá a las elecciones autonómicas y municipales de 2019. Se supone que también harán sus militantes y simpatizantes balance de lo realizado hasta ahora por sus representantes públicos, algo que no les resultará sencillo dados los diferentes criterios con que actúan en cada institución de la que forman parte, la dispersión a la que tan dados son.

Ahora da la sensación de que están modificando su estrategia en el Ayuntamiento de Oviedo. Al menos eso es lo que piensa y dice Wenceslao López, al que los podemistas han ninguneado siempre que han podido -y ha sido en muchas ocasiones-, pero ahora van más allá, es como si quisieran ahogarle políticamente: presupuestos, comisión de investigación del agua, todo a la trágala. O lo tomas o lo dejas. Y ha saltado.

Esta actitud, no obstante, era de esperar. Podemos -o Somos en este caso, que es lo mismo- está pasando factura al PSOE asturiano en su conjunto y, por supuesto, al alcalde de Oviedo, al que digan lo que digan menosprecian. La vicealcaldesa, Ana Taboada, no olvida que cuenta con más concejales que Wenceslao López y que por lo tanto ella debería ser la presidenta de la Corporación. Hasta tal punto piensa así que hay veces que incluso actúa como tal.

O mucho cambian las cosas en Podemos a corto y medio plazo o Wenceslao López puede ir preparándose para un final de mandato muy pero que muy tenso. Más o menos el mismo que le espera a Javier Fernández de discurrir todo como hasta ahora. Claro que en el caso del presidente del Principado es algo a lo que está ya muy habituado; es de los socialistas considerados malos por los podemistas. Wenceslao López no, él es de los buenos. Menos mal. Tal como van las cosas, al actual alcalde ovetense seguro que le van a quedar muy pocas ganas de volver a concurrir a unas elecciones.

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