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Sol y sombra

La capitalidad agraviada

En un tablero municipal sin iniciativa se cuela cualquier jugada

Somos ha sido el último en incorporarse a "el cerco a Oviedo", la vieja teoría capitalina del agravio que esgrimió Gabino de Lorenzo como ariete frente al socialismo regional. Hay que admitir que ser capital no sólo trae ventajas, también inconvenientes, de ahí la exigencia de un reconocimiento. Tirando por elevación, Madrid es el gran ejemplo de ese vértigo que en ocasiones trastoca los corazones administrativos y los hace reivindicarse ante el mundo. "Madrid, Madrid, ¡qué bien tu nombre suena/ rompeolas de todas las Españas!/ La tierra se desgarra, el cielo truena, /tú sonríes con plomo en las entrañas", escribió Antonio Machado.

En el fondo Oviedo abriga el despecho de gran olvidada por el Principado, pero nadie duda que Gijón estaría dispuesta a asumir ese papel con tal de ser ella la capital. En ese contexto de la competencia regional no hay posibilidad de obtener demasiadas ventajas del agravio capitalino, salvo la perorata que De Lorenzo sacaba a relucir cuando convenía echarle un pulso a Areces. En ese sentido, Rubén Rosón llega algo tarde, el juego hace tiempo que se desveló.

Las cartas están boca arriba, pero en el tablero político municipal, tan huérfano de iniciativas, la manoseada teoría del olvido ovetense en busca de reconocimiento económico podría servir a cualquiera para restregarle al adversario por la cara un sentimiento de pertenencia. Somos Oviedo lo utiliza ahora para proclamar que son más Oviedín que otros, y Podemos lo recicla a su manera, que es la misma, para difundir que si existe una búsqueda local desesperada de soluciones es por la falta de liderazgo en el Principado. En realidad, todo es impostado, nada es verdadero.

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