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Sol y sombra

Censura en Arco

El penúltimo atentado contra la libertad de expresión

No toda expresión es artística, ni todo el arte tiene por qué encerrar verdad. Ni siquiera todo lo que se entiende por artístico puede considerarse como tal. La vida está llena de hirientes contradicciones, nada es perfecto, pero la libertad de poder expresarse sin censura, acertada o equivocadamente, debería ser sagrada en cualquier democracia. El Ifema ha vetado la exposición de una obra en Arco y se ha desatado una reacción lógica contra la censura dentro de un clima cargado de intolerancia y desprecio por las opiniones ajenas.

El friso de Santiago Sierra sobre los políticos presos que él considera presos políticos es una provocación. La provocación ha estado siempre en el tuétano del arte y como es obvio su objetivo es provocar. Caer en ella para inmediatamente revolverse tratando de cercenarla es, además de una prueba de intolerancia, una estupidez mayúscula impropia de sociedades maduras y libres.

Estamos rodeados Morgan -gracias querido Forges-por una propensión enfermiza a escandalizarse por cualquier cosa que se multiplica a través de las cloacas sociales. Y cuando no es así siempre hay responsables de las instituciones dispuestos a tomar decisiones sobre lo que un adulto debe ver y lo que no, como ha ocurrido con Sierra, convertido en artista de éxito gracias a la censura de Arco. O lo que debemos escuchar, en el caso del rapero condenado a tres años y medio de cárcel por injurias a la Corona y enaltecimiento del terrorismo. O con el secuestro judicial del libro de un periodista tras la denuncia de un exalcalde que no le gustaba.

En España no hay presos políticos, pero cualquiera debe tener derecho a expresar lo contrario. Un artista, también.

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