Llanes

El Festival de Tango Atlántico de Llanes cumple cinco ediciones con un programa repleto de clases y talleres para todos los niveles de bailarines. La esencia porteña inunda la villa llanisca durante una semana en la que los giros, los ochos y los adornos con los pies se convierten en protagonistas. Roswitha Leiherr y la asociación «La Cumparsita» están detrás de la iniciativa.

-¿Cuántos participantes hay?

-Normalmente siempre tenemos de 140 a 150, pero este año habrá unos 30 ó 35 menos.

-¿A qué se debe el bajón?

-Una razón es la crisis que notamos todo el mundo tanguero. Hay festivales que tienen diez años y los han tenido que cancelar. Otra razón es que el número de festivales en toda Europa y eventos de tango se han duplicado en el último año. La fecha en la que hacemos este festival suele ser de vacaciones en el centro de Europa, por lo que es muy interesante para los demás.

-¿De qué lugares vienen?

-De España, Francia, Alemania, Luxemburgo, Austria, Suiza, Inglaterra y Colombia. Este año es la primera vez que viene alguien de América.

-¿Novedades?

-Siempre tenemos muchas cosas nuevas porque si no no vamos a ganar en la competencia. Este año tenemos por primera vez tres diferentes disc-jockeys que se encargarán de pinchar las músicas. Hemos invitado a Theresa Faus, que lleva viniendo desde Munich los cinco años y también es socia de «La Cumparsita». Otro de los invitados es «Don Carlos», decano de los dj's en Europa. También hemos invitado a un porteño, Leo Mercado, que vive ahora en Madrid y me llamó la atención hace un año porque tiene una milonga propia que se llama «Orquestas olvidadas» y rescata músicas antiguas.

-También hay talleres que no tienen que ver con el baile.

-La clase de «El arte de caminar con tacones altos» llama mucho la atención y sí tiene que ver porque el tango se baila sobre zapatos muy altos. Mantenerse en el equilibrio no es nada fácil pero se pueden aprender trucos que usan las modelos o las azafatas aéreas. La chica que da estas clases es una azafata jefa de Lufthansa, Edeltraud Breitenberger.

-¿Cómo surgió la idea de organizar el festival en Llanes?

-Yo vivo a mitad de camino entre Alemania y Balmori y aquí siempre me faltaba el tango. Para bailar tengo que viajar a Santander, San Sebastián o a Madrid. Decidí traer el tango a Llanes y así empezamos, en 2004, con algunos amigos invitados para ver si los llaniscos mostraban algo de interés. Y sí, había interés y buena disposición de seguir adelante desde el Ayuntamiento. En 2005 fundamos la asociación «La Cumparsita», desde donde organizamos el festival.

-¿Existe una corriente en Europa de gente aficionada al baile?

-Muy fuerte, sobre todo en Francia, Alemania e Italia. En Munich cada día puede haber tres o cuatro milongas para elegir. Y es igual en Berlín, en Hamburgo o en Stuttgart. Cada 50 kilómetros puedes encontrar una milonga. En algunos sitios es más intenso porque, por ejemplo, hoy en día, tras muchos siglos, hay un tango finlandés que es un poco distinto al tango del Río de la Plata pero que se ha convertido en parte del folklore de Finlandia.

-¿Hay lugares en Asturias para bailar tango?

-Ahora hay cada mes una milonga en Oviedo y otra en Gijón. Pero realmente hay pocos tangueros y las mujeres se quejan mucho de no tener pareja porque los hombres tienen miedo de hacer el ridículo. Es un miedo tonto porque todos empezamos un poco ridículos y torpes. El primer año es una lucha interna y te dices cada semana que no vuelves, pero te engancha y sigues.

-¿Qué tiene el tango para enganchar de esa manera?

-Es el baile de salón más sofisticado pero no tiene reglas fijas. Hay que aprender mucho para conseguir la postura pero después con tu cuerpo puedes interpretar la música. Para la gente que no busca lo más fácil es muy atractivo. Nunca puedes decir que ya lo sabes bailar. El vals de Viena desde hace dos siglos es el mismo, pero eso no es posible en el tango.

-¿Va más allá de lo musical?

-Por supuesto. También es un movimiento muy social. Es muy atractivo para la gente que viaja mucho porque puedes buscar las milongas que hay en la ciudad a la que vas y conocer gente, así surgen las amistades del tango.

-¿Qué recomienda para un primer contacto con el tango?

-Lo primero es escuchar tangos y dejarse llevar con la música. Lo más fundamental es que los profesores tengan capacidad para enseñar a sus alumnos la caminata, que es lo más básico y al mismo tiempo lo más aburrido. La gente cuando empieza quiere que sus piernas vuelen pero hay que empezar desde lo básico y se pueden poner muchos matices en el caminar. Si sabes eso después puedes moverte y de ahí salen las figuras, los giros, los cambios de dirección. Los profesores deben enseñarla y los alumnos tener paciencia para aprender.

-¿Es difícil dejarse llevar?

-Eso también se aprende. El hombre lo marca todo. La mujer también influye mucho en el siguiente paso que se va a dar, pero en un nivel muy avanzado. Cuando se empieza, el hombre debe aprender a mandar y marcar y la mujer a dejarse llevar. Hay comunicación en los movimientos, se hablan constantemente el uno al otro con el cuerpo. Ese es el arte del tango.

-¿Hace falta ir con pareja?

-Si tienes un cierto nivel no se necesita pareja fija, vas por libre y cada tanda cambias de pareja. Así se aprende mucho. Cuando hace falta pareja es cuando empiezas.

«Yo vivo a mitad de camino entre Alemania y Balmori y aquí siempre me faltaba el tango»

«Las mujeres en Asturias se quejan de no tener pareja; los hombres tienen miedo de hacer el ridículo»

«Al principio, el hombre debe aprender a marcar y a mandar, y la mujer, a dejarse llevar»

Perfil

De Alemania a Balmori

Roswitha Leiherr es del sur de Alemania, de la región de la Selva Negra. Llegó a Llanes la primera vez hace ya 32 años y después se compró una casa en Balmori. Hace cinco decidió repartir el tiempo de otra forma y pasar temporadas más largas en Asturias. Hace once años empezó a bailar el tango y no lo ha dejado. De hecho el baile era una de las cosas que más echaba en falta cuando salía de Alemania porque tenía que desplazarse mucho para encontrar lugares adecuados para fomentar su afición. Por ese motivo surgió la idea del festival llanisco, al que dedica sus esfuerzos y energías. La fórmula funciona y tras cinco ediciones el evento sigue convocando a más de un centenar de apasionados.