Viboli (Ponga), B. MORÁN

El éxodo rural se llevó buena parte del aliento vital de la aldea pongueta de Viboli. Lo mismo sucedió con otros rincones de la montaña que configura el territorio de los Beyos. Muchos vecinos se marcharon a otros rincones en busca de nuevas oportunidades, lo que permitió que reliquias del patrimonio etnográfico de este territorio, como son los hórreos beyuscos, quedaran expuestas a la desaparición y el olvido. Hasta que un animoso vecino decidió encabezar una iniciativa para garantizar la supervivencia de estas construcciones ganaderas tradicionales y para realzar su valor cultural, histórico, patrimonial y etnográfico. El objetivo es conseguir que los hórreos beyuscos sean declarados bien de interés cultural (BIC) y Patrimonio de la Humanidad.

Octavio Hortal, pongueto nacido en Viboli, fue el pionero. Junto a él, un grupo de vecinos del territorio de los Beyos, que comparten Amieva y Ponga (Asturias) y Oseja de Sajambre (León), han decidido solicitar a la Consejería de Cultura apoyo para que los hórreos beyuscos sean declarados bien de interés cultural. El fin último de esta iniciativa es proteger estas peculiares construcciones, únicas genuinas del paraje de los Beyos, con, entre otras peculiaridades, sus tejados a dos aguas y su pequeño tamaño, menor que el de los hórreos del resto de Asturias.

Los hórreos beyuscos sólo pueden encontrarse en este territorio de montaña. Cada vez quedan menos debido a la progresiva pérdida de población que ha sufrido este territorio y al consecuente abandono de las tareas agrícolas y ganaderas. Proteger estas construcciones para evitar que acaben siendo leyenda es el noble propósito de este grupo de vecinos de los Beyos. Algunos de los ejemplares mejor conservados de estos peculiares hórreos pueden verse en la aldea pongueta de Viboli. El hórreo beyusco se diferencia de cualquier otro hórreo asturiano por su tamaño y forma. Su peculiar aspecto surgió de una cuestión práctica, ya que los vecinos que poblaban hace un par de siglos las aldeas de los Beyos tuvieron que apañárselas en una orografía muy difícil y de gran desnivel. Para poder construir hórreos los lugareños tuvieron que adaptar el modelo tradicional de la construcción asturiana a su agreste orografía. De ahí que estos hórreos sean más pequeños que en el resto de la región y tengan su tejado a dos aguas, en vez de a cuatro.

El último recuento, realizado en la década de los ochenta del siglo pasado, revelaba que quedaban 24 hórreos beyuscos. El castigo propio del paso de los años y el éxodo rural que ha despoblado prácticamente la zona tuvieron como consecuencia la desaparición de algunas de esas construcciones. Evitar que desaparezcan y acaben siendo un montón de escombros es el objetivo final de los vecinos.

«Los hórreos merecen esta protección y no sólo porque sean de una tipología única, sino por su carga cultural e histórica. Esperamos lograrlo, para que no desaparezcan" destacó Hortal.

Pero las pretensiones de este entusiasta pongueto no se quedan aquí. A través de la red social Facebook este vecino quiere reunir apoyos para impulsar la candidatura de los hórreos beyuscos a Patrimonio de la Humanidad por parte de la Unesco. La propuesta ya ha logrado un centenar de respaldos. Los vecinos están dispuestos a rescatar sus hórreos para evitar que acaben siendo leyenda.