San Esteban de Cuñaba,

Emilio G. CEA

La localidad occidental de San Tirso de Abres es hoy el centro de atención de Asturias por la visita de los Príncipes de Asturias para hacer entrega a los vecinos del galardón «Pueblo ejemplar de Asturias» 2011. Hace 21 años, la protagonista era la localidad de San Esteban de Cuñaba situada en el extremo oriental de Asturias, al otro lado de la región. Mucho ha llovido desde entonces, pero la memoria de aquella jornada siguen muy viva entre las seis familias que habitan en este pueblo. San Esteban de Cuñaba puede presumir doblemente, pues no solo es un «Pueblo ejemplar», sino que fue el primero.

Manolo Corces, alcalde de barrio en 1990, aún se emociona al evocar el día en el que fueron elegidos «Pueblo ejemplar». «Aquél día nos tocó la quiniela», asegura. Corces rememora con nostalgia el día en que su hermana salió de su casa gritando que había escuchado por la radio que habían sido elegidos como «Pueblo ejemplar». Los lugareños no olvidan la visita real. Amelia Verdeja se siente doblemente orgullosa porque, además de conocer en persona al Príncipe, Don Felipe se comprometió aquel día a apadrinar a su nieto Felipe López Sánchez, hoy residente en Madrid, donde estudia la carrera de Economía y Derecho. «Jamás hubiera imaginado ver al Príncipe aquí», asegura. Y es que la historia del apadrinamiento real fue la más comentada de aquella jornada. Manolo Corces recuerda con nitidez los detalles de la improvisada petición. «El Príncipe entró en casa de Eugenio López. Su mujer estaba embarazada y Eugenio, por timidez, no se atrevía a pedir al Príncipe que apadrinase a su futuro hijo. Formulada la petición, el Príncipe llamó a su secretario para que tomase nota. En la ceremonia del bautismo de la criatura participó Graciano García, en representación del Príncipe». Guillermina Fontecilla y Antonio Enterria aseguran que «aquel día lo pasamos como nunca».

Y es que el nombramiento de San Esteban de Cuñaba como primer «Pueblo ejemplar» hizo justicia a con unos vecinos que recuperaron de la nada una aldea que agonizaba. «En muy pocos años creamos una plaza de lo que era una zanja y trabajamos para mejorar los accesos al pueblo, además de traer hasta aquí la luz y el agua. Las casas estaban en ruina y nos preocupamos de contactar con los propietarios para que las arreglasen», dice Manolo Corces.

San Esteban de Cuñaba reivindica hoy una mejor señalización para que los turistas puedan llegar sin problemas. No en vano, la aldea vive hoy del turismo y de la producción de miel. La población, de unas 20 personas, se triplica en época estival, cuando se ocupan las seis casas y los apartamentos rurales de la aldea. En mente está la creación de una pequeña planta de envasado para la posterior venta de miel y de mermelada.