Llanes, Ramón BATALLA

La exposición de contenido histórico y documental «Joaquín Ortiz: arquitectura y modernidad en el Llanes de los años 30», abierta en la Casa Municipal de Cultura de la villa llanisca desde el 29 de julio, está obteniendo un enorme éxito: ha sido visitada ya por 10.000 personas. La muestra, organizada por el Ayuntamiento en colaboración con el Gobierno del Principado, Cajastur, la Fundación Veneranda Manzano y la editorial Hércules Astur de Ediciones, rinde homenaje a la figura -hasta ahora muy poco conocida- del arquitecto municipal que tuvo Llanes durante los años de la Segunda República. Joaquín Ortiz García (Valladolid, 1899-Ribadesella, 1983) trabajó en el Ayuntamiento llanisco desde 1929 hasta 1937, y su legado está considerado como una de las máximas referencias de la arquitectura racionalista en Asturias.

Hombre progresista y comprometido políticamente desde sus años de juventud, presidió en la villa el Círculo Republicano y en marzo de 1932 fue uno de los fundadores de la Agrupación Socialista de Llanes. En la Revolución de octubre de 1934 jugó igualmente un activo papel, como consecuencia de lo cual tuvo que huir durante un tiempo a París. Tras la derrota republicana en 1939 se exilió primero a República Dominicana (de 1940 a 1945) y luego en Venezuela, donde permaneció hasta 1977, año en que decidió regresar a España. En ambos países dejó obras que evidencian las aportaciones creativas del arquitecto. Higinio del Río, director de la Casa de Cultura y biógrafo del arquitecto, aporta el dato de que Ortiz estaba adscrito a una logia masónica.

La exposición introduce al visitante en el contexto social y político en el que se movió Ortiz en Llanes, desde 1929 hasta 1937. Nombrado arquitecto del Ayuntamiento llanisco el 1 de febrero de 1929, con él se creó este puesto técnico en el organigrama municipal.

Los especialistas sitúan la obra del antiguo arquitecto municipal de Llanes en el marco de la «eclosión racionalista que encauzaría la República» (José Ramón Alonso Pereira), lejos de las tradiciones heredadas de la dictadura del general Primo de Rivera, que estaban consideradas generalmente como «arquitectura de derechas». La catedrática de Historia del Arte María Cruz Morales Saro considera el paso de Ortiz por Llanes como «un paréntesis de modernidad entre dos largas épocas tradicionales». A su juicio, la labor del arquitecto implicó una renovación de los lenguajes y Llanes, gracias a él, registró una transformación sin precedentes. Depuró y dejó a un lado lo superfluo y centró sus creaciones en el diseño, modernizando la vivienda unifamiliar de un modo radical. El catálogo de su obra es amplio e incluye desde proyectos de alcantarillado y de abastecimiento de agua por todo el concejo, puentes, calles, plazas, centros de enseñanza, clínicas y consultorios médicos, hasta viviendas unifamiliares, edificios de viviendas, fábricas y reformas de mansiones históricas. A él se debe también un interesante plan de ensanche de la villa, firmado en 1930.

Realizó muchos de sus trabajos por encargo de familias que habían hecho fortuna en América. En este sentido, el proyecto racionalista más destacable en Asturias debido a la iniciativa indiana es el «Borinquen» (1932), edificio de viviendas proyectado por Ortiz para Francisco Marcos Purón. En esa construcción están reflejadas las características del racionalismo: la ventana corrida, el balaustre tubular y la horizontalidad de la fachada. El lugar de Llanes en el que se concentra el mayor número de obras concebidas por Ortiz es la avenida de la Paz, con la vivienda de Ceferino Ballesteros (ya desaparecida), el «Borinquen», el chalet del médico José de la Vega Thaliny, el de Francisco Sordo y la casa de Simón Usúa.

Durante los años de la Segunda República, Ortiz -que sería uno de los cabecillas de la Revolución de Octubre-, participará activamente en iniciativas de gran calado. Diseñará en Celoriu los primeros chalets para turistas de segunda residencia; asesorará a la Comisión de Instrucción Pública, impulsora de la construcción de escuelas en todo el concejo; y proyectará centros médicos de línea vanguardista, como la clínica del doctor José María García Gavito, detrás del paseo de Posada Herrera).

En Gijón abrió un estudio en la calle Menén Pérez y colaboró con el arquitecto Manuel García Rodríguez (1898-1980). Ambos firmarán conjuntamente, en 1935, el proyecto del edificio de viviendas más alto proyectado hasta entonces en Asturias (en la plaza de Evaristo San Miguel número 1).

Un hecho destacable de la Guerra Civil fue su intervención para evitar la destrucción de la iglesia parroquial a manos de un grupo de incontrolados. En plena contienda, el arquitecto sería clave en el planeamiento de importantes iniciativas. Uno de sus proyectos, que quedaría sin ejecutarse, fue la apertura de una carretera desde la estación del ferrocarril hasta La Concepción, que fue en esencia, la primera circunvalación proyectada en Llanes. Preparó en distintos puntos instalaciones de refugio para la población civil ante los ataques de la aviación nacional, y en el aeródromo de la cuesta de Cue proyectó un hangar que los pilotos soviéticos, primero, y los aviadores alemanes de la Legión Cóndor, después, consideraron una auténtica obra de arte. Ortiz era el único arquitecto que integraba la Oficina Técnica de la Comisión Colaboradora de Fortificaciones, encargada por el gobierno de Belarmino Tomás de planificar en Asturias las obras de carácter militar.

Su regreso del exilio se produjo a finales de 1977. Murió en Ribadesella en 1983 y está enterrado en el cementerio de Celoriu.

El comisario de la exposición y biógrafo de Ortiz es Higinio del Río Pérez, director de la Casa Municipal de Cultura de Llanes, que en enero próximo publicará un libro sobre la vida y la obra del arquitecto.