Infiesto (Piloña),

Lucas BLANCO

No es fácil sobrevivir a cien años de historia de la manera que lo ha hecho la parroquia de San Antonio de Padua de Infiesto (Piloña). Domingo tras domingo, la iglesia parroquial de la capital piloñesa mantiene una importante masa de feligreses que no faltan a su cita semanal con la Eucaristía, pero más difícil aún es conseguir que en un mismo año casi medio centenar de jóvenes asistan todos los viernes a las clases de confirmación.

A los 24 chavales de entre 14 y 15 años que en la pasada primavera recibieron la confirmación, les toman el testigo ahora una nueva hornada que tiene previsto confirmar su fe el próximo 2013. Entre ambos grupos suman unos 47 y, según la parroquia, superan la cifra de alumnos que actualmente asisten a las clases de confirmación en las parroquias del Arzobispado de Gijón. Un dato este más que reseñable si se tiene en cuenta que Infiesto cuenta con poco más de 2000 habitantes frente a los casi 300.000 del municipio gijonés.

Entre las explicaciones a este alto índice de participación en las clases las hay de todo tipo, si bien las catequistas encargadas de impartirlas, Angelita Sevares y Bernardina Monestina, consideran vital el papel de los progenitores a la hora de inculcar la fe entre sus descendientes. «Sobre todo es una cuestión de la educación dada por unos padres que han sabido transmitir sus valores», señala Sevares, a lo que Monestina añade que «el ambiente familiar y de amistad del grupo de jóvenes también ayuda».

Entre los alumnos las opiniones son dispares, pues mientras unos dicen asistir por motivos estrictamente religiosos, algunos lo consideran un deber más y otros apuntan directamente al hecho de compartir un buen rato con los amigos. «Me parece lógico confirmar la fe que desde pequeño me inculcaron mis padres y además no cuesta nada», declara el joven Rubén Cimadevilla, a la vez que recuerda que «se trata de una simple hora a la semana».

Otra alumna, Andrea Crespo, reivindica lo interesante de unas actividades que no entiende como en otros puntos de la región tienen tan poca aceptación. «Dedicamos un poco de tiempo a leer la biblia y a los rezos y el resto lo empleamos a hablar libremente sobre temas interesantes», indica una Crespo que apunta a la tradición religiosa del concejo como principal motivo de iniciativa juvenil en la parroquia, mientras su amiga Celia Busta se decanta por primar motivos religiosos para realizar la confirmación en la primavera del año que viene. «Si no me confirmo no seré testigo del evangelio y el tiempo pasado hasta ahora en la iglesia habrá servido de poco», añade Busta.

A pesar de todo, catequistas y alumnos coinciden en señalar lo difícil que es mantener el arraigo de esta práctica religiosa en una sociedad como la actual en la que las actividades educativas, deportivas y de ocio dejan pocos vacíos en los horarios de los jóvenes. «No nos quejamos, pero es cierto que cada vez cuesta más controlar el absentismo», sostiene Bernardina Monestina, si bien alumnos como Álvaro Sordía defienden que, con intención, hay tiempo para todo. «Yo concilio el asistir a las clases con mis estudios y mis entrenamientos de fútbol sin problema, sólo hay que poner disposición», comenta el activo joven.

Por su parte, el párroco Manuel García Velasco, que lleva casi un lustro en Infiesto y el próximo día 10 de mayo cumplirá sus primeros 25 años de sacerdocio, señala cuál es para él el secreto de que en la parroquia piloñesa hubiese tanta implicación de los jóvenes.

«Tengo la suerte de estar en una de las parroquias más participativas y activas de la región», afirmó el párroco, que recientemente celebraba el primer centenario de la parroquia con la confianza en que el relevo generacional permita festejar con gran salud religiosa futuros aniversarios.