Cangas de Onís,

J. M. CARBAJAL

«Estamos viviendo con los 618 euros que cobro de mi pensión», explicó ayer Esther Cantora Iglesias, de 82 años de edad, natural de Cangas de Onís, que tiene a su cargo a su hijo adoptado Milín, discapacitado psíquico, al que acogió con apenas tres meses y medio de vida. «Encima tengo que pagar alrededor de treinta euros al mes por las medicinas de Milín», añadió la octogenaria madre, todo fuerza y coraje.

Milín Cantora Fernández cuenta con 44 años de edad y vive con Esther en su domicilio familiar de Cangas de Onís. Era hijo de Emilio Cantora Iglesias, hermano de Esther, fallecido hace bastante tiempo, quien residía en Ciaño (Langreo) y desde su nacimiento presentaba problemas de salud. Es más, cuando Esther se hizo cargo de él, algunos médicos especialistas no le auguraban que aquel niño pudiese salir adelante. «Toda su vida ha estado enfermo», explica Esther.

Ante las dificultades que se le planteaban, Esther Cantora, que regentó durante lustros la conocida pescadería que lleva su propio apellido en la urbe canguesa, decidió, aconsejada por los doctores, internar a su hijo adoptado en el Centro de Educación Especial «Don Orione», en Posada (Llanes), en el que permaneció desde los 7 a los 18 años.

Tras esa etapa educativa, pasó a vivir en Cangas, con su madre adoptiva, aunque unos años más tarde debió de ser sometido a un trasplante de riñón.

Lo más triste de todo el asunto es que Milín Cantora lleva tres meses sin percibir la pensión por discapacidad que venía cobrando puntualmente, desde varios lustros. «Sigue cobrando la paga de orfandad, poco más de cien euros, pero le retiraron, de momento, la que tenía por discapacidad. De nada me han servido todos los papeles que les presenté, uno del notario, otro del Ayuntamiento, pues me exigen que tiene que estar adoptado ante un juez», se queja la mujer.

Sea como fuere, la madre coraje canguesa aguarda a que los Juzgados abrevien la rocambolesca situación en la que está sumido el problema de Milín Cantora Fernández, aquejado de un 96 por ciento de discapacidad y, a la vista queda, sin apenas recursos económicos. «Llevamos tres meses así y no sabemos cuanto tiempo más habrá que esperar para que se regularice la situación y Milín recupere la paga por discapacidad», sentencia, con cierta preocupación, la octogenaria Esther Cantora Iglesias.