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Sísifo en la Montaña Palentina

Se publica en Palencia un completo informe sobre la huella dejada allí por los tejeros llaniscos

Trajinantes y arrieros de ojos inquietos, de mirar astuto, mendigos rezadores y frailes pordioseros, boteros, tejedores, arcadores, perailes, chicarreros, lechuzos y rufianes, fulleros y truhanes, caciques, tahures y logreros". La descripción de las cosas suelen hacerla los poetas no con menos precisión que los científicos, aunque en este caso a Antonio Machado (de cuya muerte se acaban de cumplir 75 años), al hablarnos de las figuras seculares de paso por su Castilla "visionaria y soñolienta", se olvidase de incluir en la retahíla a los tejeros. Alguna vez, suponemos, Machado los tuvo que haber visto escarbar en la tierra y dar forma a la arcilla y arrastrar como Sísifo el peso de un destino inexorable, y sin embargo al poeta se le despintaron de la memoria y con ello se perdió una buena copla elegiaca hecha de polvo y sol.

Desde Castilla, precisamente, nos ha llegado ahora una publicación tan documentada en el seguimiento del rastro de los tamargos llaniscos que este año ha sido utilizada como libro de texto en el curso de xíriga que organiza la Casa de Cultura de Llanes. Se trata de la revista en formato libro "Colección de Historia Montaña Palentina", que en su número 7 incluye un trabajo de Miguel Nieto Rodríguez titulado "Los maestros tejeros asturianos en el norte de Palencia". El autor, sacerdote y profesor universitario, ha centrado el estudio en su pueblo natal, Dehesa de Montejo y explica que "durante cerca de dos siglos, las cuadrillas de tamargos de la zona de Llanes dejaron huella profunda, aún no olvidada, en los pueblos de la Montaña Palentina. En Dehesa de Montejo aparecen en los documentos del concejo en los años treinta del siglo XIX y desaparecen al final de los ochenta, para volver de nuevo en los años cuarenta del siglo XX". Encontramos en esta publicación el testimonio de la general consideración que se les tenía en aquellas tierras ("Eran gente pacífica, enemiga de follones y alegraban muchos ratos de los fines de semana en la cantina con cánticos de su tierra. Era idea común entre ellos el ser formales para no verse envueltos en enfrentamientos o peleas en sus lugares de trabajo. Fueron grupos que, unidos entre sí, estuvieron siempre abiertos a la mentalidad y a las costumbres de los pueblos donde se asentaron") y datos inéditos y estrechamente ligados a familias llaniscas de hoy. En el estudio de Nieto constan nombres, apellidos y localidades de procedencia de los tejeros, y toda esa información es reconocida en Llanes como propia y vinculante. "Esi Santos Ojeda que diz el libru era hermanu de un bisabuelu míu", apuntaba el ex tejero Evaristo Concha Ojeda. La publicación habla de las tejeras de Guardo, Villanueva de Arriba, Santibáñez de la Peña, Pisón de Castrejón, Congosto de Valdivia, Ligüérzana, La Pernía, Valle de Castillería y Villarén de Valdivia. "¡En Ligüérzana estuvi yo varias temporadas, y el patrón se apellidaba Moreno!", salta Juanito Remis, otro ex tejero fundamental en el taller de xíriga. De modo que la historia de las tejeras palentinas es parte también de la historia de los tejeros de Llanes. Nieto enumera los nombres de los encargados de la tejera de su pueblo en la segunda mitad del siglo XIX (Felipe Villa y Juan Villar, de Lledías; Salvador Carrera, de Niembro: Antonio Bustillo, de Pancar, y Jacinto del Río Santoveña, de Rales, entre otros muchos); reproduce fotografías de Llanes y de cuadrillas de tejeros llaniscos y recoge letras de coplillas y detalles de contratos ("En el lugar de Dehesa, a seis días del mes de junio de este año de 1838, se ajustaron para maestros de teja Antonio Martínez, Pedro Fernández de la Bega y Josef Cubilles, vecinos del lugar de Poo, que se obligan a hacer treinta millares de teja de dar y tomar, a precio de 22 reales el carro"). Su exhaustivo trabajo lo tiene todo para ser considerado como lo mejor que se ha publicado sobre esta materia en los últimos veinte años.

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