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Voluntarios a los pies de la Virgen de Covadonga

"Es gratificante ayudar al que se acerca al real sitio", aseguran los encargados de mantener el orden y preparar el santuario

Los voluntarios José Manuel Velázquez, Juan González, Juan Pedro Fernández, Alberto Fuego y Joel de la Rosa, ayer, delante de la santa cueva. C. CORTE

Covadonga se prepara para vivir su día más especial: el de la fiesta de la Santina, que tendrá lugar el próximo martes. Para que todo salga a la perfección, la patrona de Asturias cuenta con unos ayudantes muy especiales. Se trata de una veintena de voluntarios llegados desde diferentes puntos de la geografía española y mundial para atender, de 10.30 a 14.00 y de 16.30 a 20.00 horas, a los cientos de peregrinos que estos días se acercan al real sitio en busca del consuelo y la protección de la Virgen de Covadonga.

"Nos encargamos de mantener un ambiente ordenado y propicio para la oración, de hacer las jardineras, de adornar el paso de la Santina o de preparar el santuario tras la novena", relata José Manuel Velázquez, que acaba de cumplir una década como voluntario y se hospeda en la casa de acogida. "Me animó el cura de mi parroquia porque estaba pasando una situación difícil y aquí encontré paz", relata este prejubilado de 55 años, natural de Salas, que prefiere trabajar en la santa cueva para estar cerca de la Santina.

El seminarista Alberto Fuego, de 26 años, es por tercer año otro de los voluntarios, una tarea que no cambia por nada porque "es gratificante ayudar e informar a quienes se acercan al real sitio", explica. El joven se encarga de que el día grande de Asturias se cumpla el protocolo cuando llegan las autoridades. Pero lo interesante, según resalta, es "ver cómo la gente llana siente que ésta es su casa; por aquí pasan desde personas que viven mucho sufrimiento, gente que viene a expresar su gratitud, a presentar a sus descendientes o incluso a pedir matrimonio a su pareja, como ocurrió este jueves", cuenta. Para el gaditano Juan González y el dominicano Joel de la Rosa es su primera vez como voluntarios en Covadonga, pero esperan que no la última. Admiten sentir cierta presión porque quieren que todo salga a la perfección "y que la gente se marche encantada".

Quienes también trabajan con intensidad estos días son la vasca Pilar González y la salmantina María Paz Sánchez, que pertenecen a la asociación de fieles de las teresianas, colectivo que en su día fundó Pedro Poveda en Covadonga con el objeto de renovar la educación cristiana.

Estas teresianas se encargan desde hace 8 y 3 años respectivamente, entre otras cosas, de cambiarle el manto a la Santina, una tarea que consideran como "una gracia". Si durante el resto del año se efectúa semanalmente el cambio de vestuario, que incluye el delantal y el rostillo de la cabeza de la Virgen, así como el vestido del Niño, cuando llega la novena es cada dos días. En total, la Santina cuenta con medio centenar de mantos, donados por fieles en señal de gratitud. Las preciadas telas, muchas bordadas en oro, se guardan con cuidado en armarios en el Torreón, donde cuentan con un deshumidificador. Si anoche la Santina abandonó el blanco para vestir de verde, el día grande las teresianas la cubrirán de rojo.

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