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Llerices está en expansión

La cercanía con Covadonga y los Picos dispara la demanda de viviendas en un núcleo que atrae también a muchos turistas

Llerices es un pueblo en expansión. En la localidad canguesa, que cuenta con una veintena de habitantes, acaban de reformar cinco viviendas y hay otra en pleno proceso de reconstrucción. Su ubicación a medio camino entre Cangas de Onís y Covadonga y a las puertas del parque nacional de los Picos de Europa es la clave de la creciente demanda, según explica Asun González. El amor por la tierra que ya habitaron sus bisabuelos llevaron a esta emprendedora a poner en marcha hace más de una década una casa rural en el barrio de El Colladín. Y no sólo eso.

El pasado julio echo a andar una residencia especializada en el cuidado de personas mayores en la que hay desde un gerontogimnasio hasta un salón de peluquería y estética y que dará empleo a 8 especialistas cuando funcione a pleno rendimiento. "Estamos encantados con esta tranquilidad y disfrutando de las buenas vistas del monte de Següencu y de unas instalaciones muy modernas", comentan residentes como el expastor de Bobia (Onís) José Luis Asprón.

"A la casa vienen a quedarse visitantes de Corea o Australia y marchan encantados porque dicen que esto es muy auténtico, con tantos hórreos y esta calma. Algunos hasta hacen migas con los vecinos y acaban tomando un culín de sidra en el taller de Miguel Larrea", resalta González. Y es que, a falta de chigre, el lugar de reunión de Llerices es el local que este lugareño tiene en el barrio de Cimavilla.

Larrea comparte allí un lagar con Maximino González y Ángel Labra y no duda en ofrecer conversación y sidra a quienes se dejan caer por el pueblo. "Para ser tan pocos está muy bien atendido el lugar y el ramal de carretera que nos conecta con la vía CO-4 está recién arreglado. No tenemos queja", apunta Larrea, cuyos productos artesanos son muy apreciados en el pueblo. Para matar el tiempo libre de la jubilación este exganadero de 70 años lo mismo arregla un cencerro que talla en madera un collar para las cabras. También toma caminando desde la transitada senda de Muñigu la ruta a Covadonga. A escasos metros de su taller se encuentra el barrio de La Pipa, junto a cuya capilla se celebra cada 13 de junio la fiesta de San Antoniu. "Antes había una fiestina pero hace muchísimos años que se perdió aunque se mantiene la Novena, la misa y la procesión hasta La Caleya", relata. Larrea echa en falta un chigre donde alternar o las sextaferias "que se dejaron de hacer por falta de gente".

Uno de los motivos de orgullo de los residentes es la fuente de "El Bocaneru", que según explican nace en un manantial cercano a la carretera, aunque a las casas el agua llega bombeado desde La Riera. Entre las reclamaciones de los vecinos está la de mejorar la señalización al pueblo "que ahora tienen un cartelín muy pequeño que no se ve y hace que la gente se confunda y pase de largo", advierten.

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