Ni la niebla que envolvió el puerto lastrín pasada la media tarde logró ayer empañar el brillo de las fiestas del Carmen en Lastres (Colunga) y Celoriu (Llanes). En la primera la imagen navegó a bordo del "Nueva Emperatriz", de Eduardo Cuevas, acompañada por autoridades militares, religiosas y locales. Llegó cargada a hombros de Gabriel Gallego, Mateo Acebal, Miguel García y David del Valle, colaboradores de la Sociedad de Festejos y en algunos casos descendientes de marineros.

Una vez con la Virgen a bordo, la embarcación inició un recorrido por toda la bahía lastrina, seguida de otros barcos de menor porte. De regreso al muelle tuvieron lugar los discursos y la tradicional suelta en el agua de un ramo de flores, ofrecido a quienes perdieron su vida en la mar.

El Carmen lastrín contó con las voces del coro local "San Roque", que cantaron la misa y también la "salve marinera" en el muelle. Tras los actos religiosos, que duraron más de dos horas en total, muchos de los asistentes disfrutaron del VI Festival de la Sardina, en el que la sociedad local de festejos puso a la venta 360 kilos de producto. Convirtieron así a Lastres, según el mayorista gallego que se las vendió, en "el único sitio de España donde hoy (por ayer) se pueden comer sardinas" en un festival.

En Celoriu el Carmen está más joven y energético que nunca y ayer elevó la tradición a lo más alto. Esto, que se dio gracias al trabajo de la nueva comisión y a la multitudinaria participación de los fieles a la fiesta, se encarna en la historia del traje que ayer lució Iratxe Fernández. "Lo hizo su bisabuela, Alicia de Cantero, para su abuela, Loles Cantero, quien lo estrenó siendo adolescente; lo usó la tía, Ali Fernández, y ahora lo lleva ella", explicó Lili Pérez, madre de la niña de nueve años.

Cantos en la Rotonda

La procesión partió de La Fonda, donde recogieron los tres ramos, y se trasladó hasta la iglesia, de la que sacaron a la Virgen para llevarla a la Rotonda y cantarle la salve marinera. De allí la imagen volvió hasta el templo y, finalizada la misa, cantaron los ramos y bailaron. El impulso de la juventud celoriana se notó también en esta parte del programa, pues hubo doce parejas de mayores, mientras que el año pasado eran siete parejas. "Se involucró más la gente y volvieron a resurgir los bailes, que estaban en decadencia", explicó Jimena Orejas Bueno, encargada de los ensayos.