Una semana después de que concluyeran los Juegos Olímpicos en la ciudad brasileña de Río de Janeiro, Benia de Onís tomó ayer el relevo con las "Olimpiadas rurales". Las carreras de sacos, las carreras en madreñas, el levantamiento de "sábanu", el concurso de "cabruñu", el campeonato de siega y el tiro de cuerda son las disciplinas en las que se batieron los jóvenes onisenses.

Integrado dentro de las fiestas del Segador, el evento "comenzó a celebrarse en los años cincuenta y se hizo hasta entrados los sesenta, cuando se perdió", explica Ángel Sánchez, uno de los fieles a las "olimpiadas" de Benia. Antigüamente se hacían en la finca de La Rasa y cuando los vecinos la recuperaron, en 1981, la trasladaron a Benia de Onís, donde lleva 35 años impertérrita y con una aceptación creciente.

La lluvia no amilanó a los participantes, que no dudaron en calzarse los sacos en la primera de las pruebas, consistente en dar dos vueltas a la arboleda que hay frente a la iglesia. Ganó el colombiano Edier Viveros, quien minutos después resultaría también campeón de una carrera de madreñas no exenta de polémica, pues uno de los concursantes trató de echarle mano para que no avanzara y los dos acabaron en el suelo. Viveros se impuso ante los otros catorce participantes -de ambos sexos y las edades más dispares- en el caso de las carreras de sacos y destacó por encima de otros siete corredores en madreñes. La tercera prueba de la tarde fue el levantamiento de "sábanu", una disciplina que nada tiene que ver con las pesas. El "sábanu" es la herramienta -similar a una manta, pero con el material del saco- con el que los segadores envolvían antiguamente la hierba seca para transportarla. "Hay que estirarlo en el suelo, coger la hierba ayudado de la pradera (rastrillo) y meterla en el 'sábanu'. Atas las cuatro puntas y lo pones de canto al hombro para dar una vuelta al circuito", describió Sánchez, quien participó en esta prueba, además de en el "cabruñu", la siega y el tiro de cuerda. Estas destrezas se conservan, en buena parte, gracias a las olimpiadas rurales, pues en Onís no queda ni un solo joven ganadero que emplee la técnica del "sábanu" y tampoco que siegue a guadaña y que por tanto necesite "cabruñar", "aplastar el filu", para expandir el metal y que quede fino a la hora de segar. Tras esta demostración llegó el campeonato de siega, con una manga para cada participante, y también el tiro de cuerda.

En algunos de los juegos participó el zagal del año, una suerte de rey de la fiesta adaptada a la fiesta del Segador y que proviene del mote que tenía el dueño de la finca donde se celebraba la fiesta en los cincuenta. Rubén Rodríguez, de Bobia de Arriba, encarnó el papel protagonista, junto a Sandra López, de Benia, la reina de esta edición, que festejó su día grande, además, con el desfile de carros del país y el reparto de la "parva" por la mañana.