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Conservar El Cachucho es vital para las pesquerías comerciales

Con la actividad restringida para los arrastreros, llegaron a pescarse tiburones para extraerles el hígado por su aceite

Conservar El Cachucho es vital para las pesquerías comerciales

Una montaña submarina del tamaño de los Picos de Europa (va desde los 425 metros de profundidad hasta los 4.800) en la que viven arrecifes de corales, "espectaculares bosques de gorgonias" y otras especies protegidas, como los tiburones de profundidad. Así es El Cachucho, el protagonista del centro de interpretación que se instalará en el faro de Ribadesella y que tratará de difundir su importancia y la necesidad de su cuidado. Francisco Sánchez, el investigador del Instituto Español de Oceanografía que lidera los trabajos en El Cachucho, destaca, además, lo determinante que es el estudio y conservación de este área -desde 2011 el primer espacio submarino protegido de España- para la pesca, un sector que a veces ve la protección como contraria a sus intereses.

Sánchez pone por delante que los pescadores asturianos son "los más sensibilizados con la conservación y las pesquerías responsables", pero sabe que en ocasiones se ha transmitido un cierto "antagonismo entre la conservación y la explotación". Nada más lejos de la realidad, pues "una explotación razonable y que perdure en el tiempo permite tener un ecosistema saludable", necesario, a su vez, para el desarrollo de la actividad, explica el científico. No en vano, las políticas europeas han estimado que, para que las pesquerías sean sostenibles, un 20 por ciento de la superficie submarina ha de estar protegida. Esta protección prohíbe, en el caso de El Cachucho, que entren a faenar embarcaciones con artes de fondo: el arrastre, el palangre de fondo y los enmalles. Sí pueden hacerlo las de superficie, el cerco y el palangre de superficie, pues se entienden que no perjudican a los hábitats protegidos, al pescar especies como la anchoa y el atún. Las investigaciones científicas no sólo están dirigidas a la conservación de la biodiversidad y los hábitats vulnerables, sino también a la observación de las especies comerciales, como el rape, la palometa roja (conocida en Asturias como "cachucho", de ahí el nombre del área) y el besugo.

Esto cumple, además, con la obligación que tienen los estados de evaluar "las consecuencias de las medidas de gestión" sobre las zonas protegidas y enlaza los intereses de conservación y explotación, que, a juicio del científico, ha de regirse con más criterios que el de las cuotas. En este sentido, el Gobierno del Principado ha pedido a los investigadores del IEO que identifiquen si existen zonas "del techo del banco en las que, con un control y observadores a bordo de las embarcaciones, se pudiera efectuar algún tipo de pesquería", detalla Sánchez.

Atrás quedaron, por suerte, los tiempos en que embarcaciones, tanto asturianas como cántabras, iban a El Cachucho a pescar tiburones de profundidad únicamente para extraerles el hígado y obtener el "aceite de escualeno", muy apreciado en farmacopea y cosmética, explica Sánchez. "Hoy en día es impensable. Son vivíparos, tienen muy pocas crías y en el momento en que los pescas acabas con ellos", apunta el investigador antes de destacar que estas especies están "muy protegidas", tanto por las directivas europeas como por la comisión OSPAR, creada para fijar las estrategias de conservación en el océano Atlántico.

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