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En Luces se suben por las paredes

Ramón Ricoy integra la escalada en sus clases de Educación Física como preparación al descenso de barrancos que los estudiantes harán a final de curso

Uno de los que hicieron rapel desde el tercer piso del centro, desde unos trece metros.

En el instituto de Luces están que se suben por las paredes. Pero no por enfadados, sino por las prácticas de escalada que el profesor Ramón Ricoy ha incluido en sus clases de Educación Física a los alumnos de primero de bachiller. "En todas las unidades didácticas hay un grupo de actividades en el medio natural y en este curso van al barranco del río Vallegón", expone el docente, mientras prepara el material necesario para la próxima clase.

Durante el curso preparan las técnicas necesarias para afrontar el barranco con seguridad: "les enseño nudos y les pido que hagan un trabajo, aprovechando que muchos tienen familiares marineros", explica Ricoy, quien introduce a sus alumnos en las técnicas de escalada y el descenso haciendo rápel.

De la teoría pasan a la práctica: primero en las espalderas del gimnasio, donde realizan varios juegos, retos y circuitos diseñados por los propios alumnos y que les permiten desarrollar sus habilidades y dar sus primeros pasos; después viene el rápel desde las barandillas de un nivel superior del centro, el que da a la cafetería y al salón de actos y desde el que hay "cuatro o cinco metros" hasta el suelo. Hay un tercer paso, que no todos los alumnos dan: descender desde el tercer piso de uno de los bloques del centro, desde unos trece metros.

"Los hay que al principio no se atreven y alguno siempre se bloquea, pero el objetivo es que todos aprendan y se acaben desenvolviendo", apunta el profesor de Educación Física, quien les enseña dos técnicas: la de "yo-yo" y la del rápel.

Con la primera quien baja depende de un segundo compañero, situado en la parte alta, que va soltando cuerda para conseguir un descenso progresivo. Rapelando es el propio escalador el que controla su cuerda y regula la velocidad a la que quiere bajar. "El ochenta o noventa por ciento de los alumnos acaba rapelando y esto les da mucha seguridad cuando vamos al barranco", detalla Ricoy, quien lleva cuatro años enseñando escalada en sus clases y que llevará a los alumnos al Vallegón este curso por tercera vez.

El aprendizaje es progresivo, de la escasa altura de las espalderas a los cuatro o cinco metros que acaban rapelando todos. "Es cuestión de cabeza, no tener miedo y estudiar bien la seguridad", afirma el profesor, quien vive en estas sesiones momentos de gran tensión, revisando que sus alumnos colocan bien el material y realizan las maniobras de forma correcta. No teme que se hagan daño siempre y cuando estas normas básicas se cumplan.

La cooperación también protagoniza estas clases, pues para el "rápel" hacen falta equipos de tres y para el "yo-yo" son cuatro. Además de quien desciende, los otros integrantes controlan cuerdas o vigilan, esquema en mano, que todo está en su sitio para que el compañero practique con garantías.

Ramón Ricoy reconoce que se trata de una unidad didáctica "tensa", pero le compensa con creces por la experiencia que viven los alumnos, que "disfrutan como locos", sobre todo cuando se meten en el río a hacer el barranco. "Es una prueba de que la Educación Física es un tiempo de ocio saludable, una alternativa más que pueden tener utilizando su cuerpo", expone el profesor, quien agradece disponer de unas instalaciones como las del instituto de Luces para impartir este tipo de clases. Ricoy no deja atrás al resto de cursos, pues en Secundaria practica senderismo, orientación, espeleología, acampada y ciclismo en la senda del Oso.

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